Conociendo como conocemos el proverbial vaticanismo de Oriol Junqueras, el condenado líder de ERC (13 años de cárcel), cuyo discurso da para chus y mus, para ciento y viento, está plenamente justificada la sospecha de que su carta paulina (agradecimiento al anunciado indulto y presunta renuncia a la unilateralidad de la pretensión independentista) no pasa de ser un favor que Sánchez le ha pedido para reforzar la llamada “agenda del reencuentro”, en la que Moncloa ha puesto todas sus complacencias.
Favor con favor se paga. Oriol Junqueras pasará factura. Lo querrá cobrar en compromisos del Gobierno con los objetivos de la alianza secesionista. Básicamente, dos: amnistía y autodeterminación. Los integrantes del pacto (ERC-JxCat-Cup) lo pusieron por escrito al principio de la legislatura alumbrada en las urnas catalanas del 14 de febrero.
Autodeterminación para decidir si Cataluña quiere seguir siendo parte del Estado o si, por el contrario, quiere emanciparse. O sea, referéndum, pero concertado con el Gobierno, según Junqueras. Lo estamos interpretando como “renuncia a la unilateralidad”. Mentira. A lo que se renuncia es a una unilateralidad perdedora, como la de 2017.
Su replanteamiento espera contar con la complicidad del Gobierno en la llamada “vía escocesa”. Y eso deja el balón a los pies de Sánchez. Y ahí es donde la opinión pública echa de menos más contundencia del Gobierno a la hora de recordar al independentismo que no hay nada que pactar fuera de los marcos legales.
De momento, en Moncloa solo tienen motivos de agradecimiento a Junqueras, porque su gesto ha servido para reforzar argumentalmente las posiciones de quienes comparten la apuesta por la reconciliación. No solo la carta paulina del líder de ERC refuerza la apuesta de Moncloa. También el apoyo de las dos grandes centrales sindicales, las tesis de la Abogacía del Estado sobre la “utilidad pública” de los indultos y una cierta marcha atrás del PP respecto a la manifestación rojigualda del domingo en la madrileña plaza de Colón.
Hay una mayoría de votantes socialistas contrarios a la concesión de los indultos a los doce condenados del “procés”. Pero los excesos de la derecha unen mucho a la izquierda y en Génova, sede central del PP, han sabido que reeditar la foto de Colon alivia las tensiones acumuladas dentro de las filas socialistas por el asunto de los indultos. Ahora entienden que se precipitaron al unirse con entusiasmo a la convocatoria de una plataforma civil que, en realidad, deberá la mayor o menor asistencia de público a los partidos políticos, especialmente al PP. Y esa visibilidad es la que el Gobierno y el PSOE seguirán utilizando por tierra, mar y aire para frenar las aspiraciones de Pablo Casado a la Moncloa.
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