Tiempo de revancha en las primarias del socialismo andaluz. Más pedradas que programas entre el andalucismo de Susana Díaz y el sanchismo de Espadas, con José Ángel Hierro a la espera de ser decisivo en una eventual segunda vuelta (20 de junio) si ninguno de los dos supera el umbral de 50 % de los votos.
¿Qué nos depara el recuento del domingo por la noche?
Los sondeos y las sensaciones anticipan una victoria por la mínima de Juan Espadas, que además se convertiría en el líder del partido en el congreso regional de final de año. En las actuales circunstancias es lo mejor que podría pasarle al PSOE. Frenaría la sensación de estar siendo devorado por el efecto Ayuso. Una eventual victoria de Susana Díaz -improbable, a mi juicio-, reforzaría la imagen de un PSOE traumatizado y un Pedro Sánchez declinante.
El sanchismo se examina en Andalucía. Así lo presenta Susana Díaz cuando acusa a Espadas de tener su mando a distancia en Moncloa. Y así viene a confirmarlo la excusa no pedida de Juan Espadas, que se ha pasado la campaña negando ser la sucursal de nadie, aunque no se ha cortado un pelo al reconocer el drama: “Hace tiempo que no conectamos con la sociedad”.
La sombra del sucursalismo planea sobre las votaciones del domingo (46.577 militantes llamados a las urnas) inspiradas en la prisa socialista por encontrar un candidato o candidata a presidir la Junta antes de que a Moreno Bonilla (PP), el titular actual, se le ocurriese anticipar las elecciones autonómicas.
El riesgo es la prolongación del cisma latente desde que Sánchez recuperase el liderazgo del PSOE hace cuatro años. La derrotada fue Susana Díaz, que ahora busca el desquite a escala regional (se disputa la candidatura socialista a la presidencia de la Junta) frente al candidato “sanchista”, Juan Espadas, alcalde de Sevilla.
Ni uno ni otro se ha pronunciado con claridad sobre los indultos a los políticos catalanes condenados por el Tribunal Supremo. Díaz se las arregló para ausentarse del debate en el Parlamento regional donde su grupo socialista defendió la legalidad y la oportunidad de os indultos. Y Espadas declaró que su opinión sólo se la diría a Sánchez.
Véase como la rivalidad de ambos en las primarias (807 agrupaciones) decae ante la que hoy por hoy es obra predilecta del sanchismo: la pacificación de Cataluña. Es probablemente en lo único que están de acuerdo Díaz y Espadas, porque ni sus militantes ni sus votantes entienden la magnanimidad del Gobierno con quienes atentaron contra el orden constitucional y se proponen volver a hacerlo.
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