Desde que Pedro Sánchez perdió la batalla de aquel sábado trágico de octubre frente a los barones del PSOE, su recorrido político ha estado marcado por grandes decisiones en las que se jugaba, al todo o nada, el ser o no ser, no ya de su trayectoria política personal, sino la de su partido. El cesarismo elimina el espacio entre la cúpula de la pirámide y la base y la ausencia de estructuras intermedias que soporten cualquier circunstancia sobrevenida arriesga a las organizaciones a una extrema debilidad.
Desde aquel comité turbulento de su derrota en el comité federal, todas las encrucijadas políticas las ha convertido en duelos (al sol de la opinión pública en el Congreso, a la sombra de cesiones en la negociación en sus pasillos) en los que solo había espacio para la victoria o la derrota.
La guerra de las primarias frente a Susana Díaz, la moción de censura contra Rajoy, el acuerdo de Gobierno con Podemos y, ahora, la decisión de indultar a los políticos presos por el procés le han ido consolidado una imagen de inteligente ajedrecista para unos, de jugador de póker sin escrúpulos para otros y de político osado para casi todos. Para ganar hay que arriesgar y Sánchez lo sabe mejor que nadie.
Sin excluir la audacia del ajedrecista inteligente y la temeridad fría del jugador, en la decisión sobre los indultos futuros hay un manual que está influyendo, quizá, más que todos los anteriores. Desconozco los libros que el presidente ha leído sobre estrategia; lo que no dudo es que Iván Redondo conoce con pulcritud milimétrica todas y cada una de las líneas que contiene “El arte de la guerra”, escrito hace 2.500 años por Sun Tzu. En este manual de estrategia militar qué, desde hace decenios, se estudia en las grandes universidades americanas, hay definidos, con incuestionado acierto, cómo debe actuarse para alcanzar el éxito ante las diferentes etapas que se presentan en el desarrollo de cualquier conflicto.
El primer mensaje del libro es que la mejor victoria es la que no se obtiene en el campo de batalla. El segundo objetivo debe perseguir romper la conspiración antes de que esta se consolide. Si el éxito no acompaña, el tercer paso a seguir será resquebrajar la unidad del enemigo. El fracaso en las tres anteriores actuaciones tácticas obligará a batirse en el campo de batalla. La situación más indeseada sería llevar la confrontación a la fase de asedio que, para el general chino, es siempre la más costosa y en la que no sólo acaba perdiendo el derrotado.
Teniendo en cuenta las recomendaciones del antiguo (y moderno) general, si analizamos (sin pasión emocional; eso nubla siempre el entendimiento) los últimos años del conflicto con el independentismo catalán es evidente que, cuando se produjo la llegada de Sánchez al gobierno, el conflicto se encontraba ya situado en una batalla a campo abierto entre la fortaleza de la legalidad constitucional y la ilegalidad delirante del independentismo. Un escenario incómodo que Sánchez siempre deseó abandonar por entrar en conflicto con su aspiración de alcanzar la presidencia. Para llegar al poder Sánchez necesitó los votos de Junqueras y, desde entonces, toda su estrategia en el conflicto ha situado como principal objetivo romper la unidad del frente secesionista.
Esa aspiración, tan ansiada por Sánchez, se ha consumado en los últimos días. En apenas 48 horas el líder de Izquierda Republicana y el instigador maquiavélico de la estrategia independentista han hecho pública una enmienda casi a la totalidad a la estrategia desarrollada por el secesionismo. Oriol Junqueras y Jordi Puyol han dejado claro que la táctica emprendida en 2012 ha sido un error consumado de forma estrepitosa en el referéndum y en las consecuencias que provocó. Con sus declaraciones han dejado solo a Puigdemont en la defensa de la Declaración Unilateral de Independencia (la famosa DUI que duró 8 segundos) y que tan cara ha costado a todos, pero sobre todo, a quienes fueron condenados y llevan mas de tres años y medio en prisión.
La santísima trinidad formada por Pujol, Junqueras y Puigdemont se ha roto, lo que supone, sin duda, una victoria para Sánchez. Pero esa victoria (momentánea) tiene un precio: el indulto a los políticos presos. Sánchez va a pagar ese precio y sabe el coste que le puede suponer. Con la declaración de los dos líderes independentistas ha conseguido llevar el conflicto con la Cataluña independentista al escenario al que aspiraba.
Nadie sabe cómo acabará esta nueva etapa en las relaciones de Sánchez con Esquerra. El presidente del gobierno vuelve a jugar fuerte (¿Cuándo no lo ha hecho?) pero, en la trinchera de enfrente y frente al PSOE al cabo, se parapeta un partido zigzagueante hacia el que no cabe la confianza. Como buen vaticanista, Junqueras comienza a aprender del PNV y baja del cielo a la realidad renunciando tácticamente a la unilateralidad, pero ¿hasta cuándo mantendrá su palabra? La respuesta no está en el viento, como cantaba Dylan, sino en el tiempo.
Un tiempo que Sánchez valora como aliado al garantizarle la renuncia de Esquerra los dos años que restan de legislatura. Dos años, una eternidad para un político como el presidente habituado al abismo del sobresalto permanente.
Y, mientras tanto, Puigdemont continuará en su mansión de Waterloo cada vez más solo (ya hasta Jordi Sánchez, dirigente de su partido, le critica) y pensando, quizá, que, antes de emprender su enloquecido viaje equinoccial a la independencia, debería haber caído en la cuenta de que comenzó a recorrer ese camino por la suicida etapa final a la que tanto había que temer según el maestro Tzu: asediando a su enemigo.
No sé si Puigdemont sabe jugar a los chinos, pero, en esta batalla, no ha seguido el manual escrito por aquel histórico general chino tan sabio. Y es que la sabiduría nunca ha habitado en quienes, desde una u otra trinchera, han convertido el conflicto independentista en una quimera (los independentistas), una mesa de póker (el gobierno) y una hoguera catalana a la que echar más gasolina para ganar más votos en Cuenca (la oposición).
Ya veremos cómo acaba la guerra con tanto irresponsable protagonizando la batalla.
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