Llegó marzo de 2020 y apareció la Pandemia, muchas cosas tuvieron que cambiar de golpe, había que protegerse, algunos servicios se cerraron a cal y canto, otros no tenían mas remedio que continuar porque se trataba de atender a personas y sobe todo a los mas desfavorecidos, a los que ya no tenían nada y a los que perdieron lo que tenían un trabajo, un sustento...había que dar de comer a muchas personas y familias y darles un techo a los sin hogar o atender a nivel sanitario en los hospitales o en las UCIS.
Ha habido cosas que “han venido para quedarse”, dicen, pero esas no pueden ser si ello va en detrimento de la atención a las personas, o impedimos el acceso a otras, lo dificultamos, ponemos trabas o lo alargamos de forma interminable.
Los colegios e institutos, volvieron prácticamente a su normalidad, con clases presenciales, guardando las medidas higiénico sanitarias, los bares igualmente, los supermercados que no lo dejaron nunca, incluso se van celebrando, con precaución, conciertos y actos culturales.
Sin embargo las distintas administraciones, ya sean locales o autonómicas, por aquello de evitar el contacto, a pesar de las mascarillas y mamparas, continúan con citas telefónicas o con solicitudes a través de internet o correo electrónico. Esto lo que hace, es imposibilitar o ralentizar, en el mejor de los casos, mucho mas de lo que lo estaba antes de la pandemia, el poder solicitar o presentar un documento, alguna ayuda o prestación.
No puede ser, que aun hoy, con tasas bajas de contagio, con todas las medidas previstas, con y un alto porcentaje de población vacunada, aún en Junio, haya médicos que realizan una consulta vía telefónica. Es cierto que pueden ahorrarse desplazamientos o visitas cuando puede tratarse de una receta, renovar una baja,..pero que alguien que lleva dos semanas con dolor de cabeza se le diga por el auricular del móvil, “- tóquese usted la frente entre las cejas, presione, ¿le duele? Tómese un paracetamol cada 8 horas”. No puede ser que personas que están solicitando prestaciones, como el ingreso mínimo vital o la renta activa de inserción, que deben reunir distintos documentos, todo lo tengan que hacer vía teléfono, o internet.
Las personas más vulnerables, más indefensas, más pobres digital y económicamente, sufren las mayores consecuencias. Muchos no saben hacerlo, lo ignoran, otros se les hace imposible contactar por mas veces que llamen, si es que pueden hacerlo, con ello se alargan enormemente la posibilidad de percibir cualquier ayuda, cuando para ellos es algo necesario y vital.
No puede ser, que se resuelvan o intenten solventar cosas, temas profundamente delicados, sin tener ni un solo contacto directo con la persona afectada, que lo que mas llega a conocer es su voz, con lo necesario que se hace, en casos tan sumamente íntimos, ver la cara de una persona que deposita en ti todas sus expectativas para salir de una situación difícil, ya sea de salud o económica.
Se les hace casi imposible e interminable, poder contactar o pedir cita, con la oficina de extranjeros, saca cita para el SEPE, un certificado de empadronamiento, certificado de divorcio, una vida laboral,...Primero lograr contactar, después una cita que puede oscilar entre mes y mes y medio en el mejor de los casos, reunir toda la documentación, lograr presentarla y espera respuesta, todo ello puede suponer hasta seis meses, sin contar las mafias que surgen en torno a todo esto para venderte el conseguirte una cita o el mismísimo documento.
Son personas que no tiene nada, no perciben ninguna ayuda, no saben o no pueden acceder a los medios digitales, porque son analfabetos digitales... es decir los que menos tienen, menos posibilidades tienen, peor se le ponen las cosas. No se tienen colas en los mostradores, así, “Ojos que no ven corazón que no siente”.
Es necesario ya, abrir puertas de par en par, hablar con las personas, verles la cara, y no solo tramitar, sino mirarlos a los ojos y empatizar realmente. La persona es lo primero y los mas débiles antes.
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