Una habitación propia para mí

Sabía que si en algún momento fallaba me ridiculizarían como hacían con las otras niñas

Beatriz Torres
07:00 • 01 jul. 2021

Puede resultar extraño, pero me gusta el hecho de examinarme. Es algo que arrastro desde mi infancia en el colegio de las monjas. De niña, cada mañana vomitaba el desayuno de leche de cabra que tomaba, y mi madre llamaba a las niñas que venían del campo y pasaban por mi calle para que me entretuvieran mientras tanto. Pero yo volvía a vomitar.



Otro método que desarrolló mi madre para que dejara de vomitar fue tomarme la lección cada tarde en la solana. Ella abría el libro y yo se la cantaba de memoria. Como me salía perfecta, mi madre me animaba para que no tuviera miedo al día siguiente y desayunara tranquila. Pero yo seguía vomitando. No me fiaba de las monjas, aunque me supiera la lección. Sabía que si en algún momento fallaba me ridiculizarían como hacían con las otras niñas. De esta manera viví hasta los diez años, que fue cuando empecé una enseñanza mixta en las escuelas públicas, y dejé de vomitar, pero no de seguir estudiando la lección “de pe a pa”. 



Como decidí tarde lo de ir al examen, elegí solo doce temas del temario de profesores de educación secundaria de geografía, historia e historia del arte. Pero como no conseguía concentrarme, y me angustiaba terriblemente el no poder abarcar toda la materia en su conjunto, no pude estudiar. Sin embargo, me presenté y salí contenta e ilusionada. 



Para desplazarme tuve que recurrir a BlaBlaCar, porque de momento es imposible salir de Vera en autobús y llegar a Almería a tiempo de coger el tren para Sevilla. Entonces reservé un viaje compartido desde Puerto Lumbreras - Jerez y viceversa. 



En el camino conocí a dos chicas universitarias, Pilar y Sofía, y me encantó conversar con ellas. Hablamos de cómo el machismo pierde a los hombres, no solo mata y destroza a mujeres, niños y niñas. También hablamos de nuestras experiencias vitales, que siempre son enriquecedoras entre nosotras. Incluso surgió un proyecto común, como realizar una serie de archivos de audio (podcast) sobre temas literarios. Al instante apareció la idea de leer, para luego comentar, “Una habitación propia” de Virginia Woolf. Un breve ensayo donde se sentencia que una mujer debe de tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción. 






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