El primer viaje del ex preso Junqueras

Ahora, es de ganar tiempo hasta el final de la Legislatura

Fernando Jáuregui
07:00 • 05 jul. 2021

Nos cuentan que el líder de Esquerra republicana de Catalunya, Oriol Junqueras, realizará esta semana su primer viaje al extranjero tras salir de la prisión de Lledoners. Y, claro, su destino no podía ser otro que Waterloo, donde le espera su cordial enemigo Carles Puigdemont. ¿Pacto a la fuerza entre independentistas, tras el encuentro de Pedro Sánchez con el president de la Generalitat, Pere Aragonés y antes de que se convoque la Mesa de negociación con el Gobierno central? Sin duda.



Pero también cabe otra pregunta: ¿preparativo para el regreso, por las buenas o por las malas, de Puigdemont a Cataluña? También parece posible y hasta probable.



Cuando el presidente Sánchez habla de ‘normalizar’ la vida política en lo que respecta a la relación entre Cataluña y el resto de España tiene, sin duda, en mente el efecto de los indultos. 



Desde ese punto de vista, y cuando aún no se ha borrado, ni mucho menos, la polémica sobre las medidas de gracia a Junqueras y a los otros siete presos del ‘procés’, aún resta la evidente anomalía del ex president de la Generalitat y otros tres colaboradores cercanos suyos huidos fuera de España.



Se sabe que Puigdemont, que no tiene interlocución alguna con La Moncloa, presiona donde puede por su regreso y tal vez apenas espera una declaración favorable emanada del europarlamento, del Consejo de Europa o del Tribunal Europeo de Derechos Humanos antes de plantarse en la Plaza de Sant Jaume, sabedor de que, incluso en el caso de ser detenido, pronto saldría en libertad.



En cuanto a Junqueras, que sí habla bastante, dicen, con el inquilino de La Moncloa y con cercanos colaboradores, consta que prefiere a Puigdemont en Cataluña que en Bélgica, donde el ex president de la Generalitat goza de un protagonismo alternativo que no gusta ni al propio Junqueras, ni a Aragonés ni a ninguno de los que, de una manera u otra, tratan de ‘normalizar’, obteniendo los mayores réditos posibles, la relación con el Gobierno central, con el Estado, y hasta con el resto de España.



Creo que en este marco habría que situar este primer encuentro desde hace muchos meses entre Junqueras y Puigdemont. No descarto incluso que el ex preso lleve a Waterloo algún mensaje indirecto del propio Pedro Sánchez, que también conoce los peligros de mantener fuera, y ejerciendo en muchos ámbitos europeos, al ‘autoexiliado’ líder de Junts per Cat, que sigue teniendo un indudable respaldo entre una parte considerable de los catalanes independentistas.



Así las cosas, no sería extraño que, además de algunas iniciativas gubernamentales aprovechando la ‘agostidad’ --hacer algo con el Tribunal de Cuentas, admitir un posible referéndum ‘alternativo’--, se produjese algún movimiento favorable al regreso de Puigdemont antes de la Diada del 11 de septiembre. Una fecha que tanto Junqueras como Pedro Sánchez quieren que simbolice algo semejante a un ‘reencuentro’, aunque no cabe duda de que desde la Generalitat y desde los partidos y organizaciones independentistas seguirán llegando voces exigiendo un referéndum de autodeterminación, amnistía y caminar hacia la independencia.


Pero, más allá de esas voces, de lo que de verdad se trata, ahora, es de ganar tiempo hasta el final de la Legislatura. Y Puigdemont podría ser, en las actuales condiciones, quien hiciese estallar el reloj de arena que se trata de poner en marcha en la Mesa negociadora de septiembre.


De ahí la necesidad que La Moncloa y Esquerra tienen de ‘encauzar’ al inestable ex president, favoreciendo un regreso que, sin duda, provocará un nuevo escándalo en la ciudadanía no catalana* y en parte de la catalana.


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