Golpe a golpe

No somos una sociedad homófoba, me niego a pensarlo. No lo creo

Juanfra Colomina
07:00 • 06 jul. 2021

Ojalá estas líneas versaran sobre el poema de Antonio Machado. O sobre la preciosa versión que le cantó Joan Manuel Serrat. No, estas líneas van sobre un asesinato. Un asesinato despiadado y cruel. Un asesinato homófobo.



El pasado sábado 3 de julio, mientras muchos aún celebramos el Orgullo, Samuel fue asesinado en A Coruña. ¿El delito? Encontrarse en el camino de unos asesinos que lo apalearon hasta dejarlo sin vida. Samuel estaba haciendo una videollamada con unos amigos. Una manada, porque así fue como lo atacaron, le pidieron que dejara de grabar al grito de “maricón”. “¿Maricón de qué?”, fue la contestación de Samuel. Aquello fue lo que ter-minó por acabar con su vida. “Ser maricón”.



Nos asesinan. No solo aquí, sino en muchas otras partes del mundo. En otros nos impiden casarnos. O siquiera hablar públicamente de nuestro amor, de nuestra sexualidad. Aquí al lado, en Hungría. En plena Unión Europea. En la semana en la que estábamos reclamando el Orgullo de ser como somos, de amar libremente y de meternos en la cama de quien nos plazca, Samuel ha perdido la vida por ser como es. Un chico de 24 años. Homosexual. 



No somos una sociedad homófoba, me niego a pensarlo. No lo creo. La sociedad nos acoge con respeto, con absoluta normalidad. Como debe ser. Pero siempre habrá alguien, algunos, que entienden la vida con violencia, intolerancia y miedo. Porque eso es lo que esconden realmente. Un miedo atroz al diferente, sea mujer, gay, lesbiana o trans. O negro, o migrante.



Golpe a golpe intentan derribar lo que tanto ha costado conseguir. La normalización de la condición sexual es una lucha de décadas, y no murieron en vano tantas y tantas personas a causa de la intolerancia para que ahora los discursos de odio desde las tribunas, las redes sociales o los programas de televisión vengan a decirnos, de nuevo, cómo debemos ser y cómo de-bemos sentirnos.



Mientras sigan sucediéndose las palizas, las agresiones y los insultos, seguiremos gritando cada 28 de junio. Y todos los días que hagan falta. Hasta quedarnos sin voz. Hasta que no haya ni una paliza. Hasta que no haya ni un Samuel más que pierda la vida. Y para eso necesitamos de la complicad de todos. Acabar con este machismo y esta homofobia es un reto todavía en 2021. Nos matan menos, nos pegan menos palizas y nos insultan menos que antaño, pero sigue ocurriendo en nuestro día a día.



Todo pasa y todo queda. Por Samuel, por todas aquellos y aquellas que dieron la vida por ser como eran. Ni un paso atrás.




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