Kayros
20:39 • 23 ene. 2012
He leído con mucho interés la crónica/entrevista de Federico Utrera que publicaba ayer este periódico sobre el libro "La invención de la Generación del 27", cuya autoría pertenece al escritor Manuel Bernal. La mayoría de los mitos arrancan de anécdotas fortuitas que el tiempo luego se encarga se extender o fortalecer su leyenda. Aquí tenemos el indalismo como una corriente no solamente artística sino histórica y antropológica que fue significando diversas cosas mientras pasaban por encima los regímenes políticos.
Su puesta en marcha se debe especialmente al poder mitómano de Perceval y el hecho de que arraigara con ahínco como doctrina consoladora debemos enmarcarlo en el miedo de aquella sociedad atemorizada de la posguerra. Ahora bien, ¿quién se atrevería a decir con precisión en qué consiste el indalismo? El mismo Indalo todavía no sabemos qué significa. Cada cual lo utiliza según le conviene, ya sea para vender cuadros, ya sea como señuelo cultural del turismo mojaquero. Por supuesto que los comerciantes y hoteleros siempre verán bien esta herramienta del espíritu. Basta ver cómo están de abarrotadas las tiendas de objetos de regalo. El Indalo tan pronto sirvió para explicar el hombre de las cavernas, como el arte del Renacimiento. Y no entro en su misterioso poder religioso porque yo ahí me pierdo. Según los indalianos, el Gran Fetiche habría librado a la provincia de Almería de la supuesta destrucción de las bombas atómicas.
Un día le hice una entrevista al Padre Tapia. En mi profunda ignorancia acerca de colonizaciones y pueblos antiguos, se me ocurrió mentarle el Indalo como un hecho prehistórico. Tapia se mostró escéptico. "Todo eso es una invención de Perceval", enfatizó.
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