Cuesta verbalizarlo, lo comprendo, yo he tardado mucho tiempo en poder hacerlo, en decir en alto lo evidente: Cuba es una dictadura.
Cuando era jovencita tenía en mi cuarto un póster del Che Guevara y admiraba sin recelo alguno a Fidel Castro que me parecía todo un héroe moderno, el David capaz de enfrentarse a Goliat, el comandante capaz de poner en jaque a los poderosísimos Estados Unidos. Sí, la Revolución tuvo razón de ser, pero una vez que Fidel y los suyos acabaron con el régimen de Batista, nada les impedía llevar a su país hacia la democracia. No lo hicieron e instauraron un régimen totalitario.
Creo que mantuve mi admiración hasta que, cumplidos unos cuantos, años visité Cuba por primera vez, fue durante la crisis de los balseros. Y entonces se me cayó la venda y descubrí que aquellos héroes tenían los pies y las manos de barro y que los cubanos que se lanzaban al mar Caribe jugándose la vida lo hacían en busca de libertad. Ni más ni menos. Por eso sorprende la tibieza del Gobierno,incluido el Presidente, respecto a la crisis que vive la isla aunque todos sabemos que si se tratara de una dictadura de derechas no habría ninguna ambiguedad a la hora de condenar la represión. Hay quienes quieren creer que esa ambigüedad se debe a que desde Podemos no quieran ni oír hablar de condenar el regimen cubano. En todo caso los que sufren ese régimen,una dictadura sin paliativos seguramente esperan el apoyo expreso de España. El comunicado del Ministerio de Exteriores ha estado medido hasta en los puntos y las comas,pero en líneas generales es eso, muy diplomático y por tanto deja un sabor insuficiente.
En cuanto a la detención de Camila Acosta, una periodista que colabora con el diario ABC, el Gobierno tiene la obligación de hacer lo posible para lograr su liberación. Ahora mismo todos los que se atreven a contar lo que de verdad pasa en Cuba se juegan la libertad.
No es la primera vez que los periodistas cubanos son perseguidos y encarcelados. El régimen cubano, como sucede en todas las dictaduras, persigue a todo aquel que osa salirse del carril oficial y los periodistas suelen estar en primera línea. Y una última consideración: resulta impudico escuchar desde Podemos defender que Cuba no es una dictadura. Son los mismos que opinan que España no es una democracia. Pero además de impudico produce un estremecimiento, no hay dictaduras buenas si son de izquierdas y malas si son de derechas. Hay que condenar y oponerse a cualquier dictadura.
El bloqueo que Estados Unidos somete a Cuba es insoportable y sin duda hay que condenarlo pero eso no justifica que los dirigentes cubanos gobiernen con mano de hierro y que impidan que Cuba camine hacia la democracia. Hace más de treinta años que cayó el Muro de Berlín, tiempo suficiente para que todos hayamos aprendido que detrás del muro no estaba el paraíso, sólo estaba el infierno.
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