Perspectivas

Quienes vamos teniendo años, comenzamos a ver los fenómenos sociales con una cierta perspectiva histórica. Visto hoy el franquismo desde una cima aséptica, teniendo en cuenta sus luces y sus sombras, podría sostenerse el siguiente corolario: los avances sociales de aquel sistema monolítico contribuyeron a su derrumbamiento. Franco hablaba mucho de principios inmutables, pero lo cierto es que inmutable no hay nada y menos aquel artilugio fantasmagórico que se llamó Movimiento Nacional. Hacia la década del sesenta/ setenta del siglo pasado, el Plan de Desarrollo, la libertad, la invasión turística y un crecimiento en el nivel de renta, amén de otros factores como la huida del campo a la ciudad, crearon una clase media mucho más culta que se sintió encorsetada bajo la autarquía. De aquí arranca la contestación tanto de obreros como de estudiantes, preludio callejero de la Transición. En la UCD aparecieron de nuevo ciertos apellidos franquistas que todos conocíamos. Con la ascensión al poder de Felipe González entramos en Europa y logramos cotas muy altas de bienestar, lo que impidió la aparición de la corrupción como argumento de la derecha, como si ella no enfermara de lo mismo. En Rajoy se ha producido algo insólito. Un líder nada carismático, muy poco aceptado hasta por sus propios compañeros, consigue el mayor triunfo de la historia de la democracia a causa de un crisis económica brutal cuyos orígenes la derecha no se cuidó nunca de explicar sino de lanzarla contra Zapatero. He repetido mil veces que cinco millones de parados son un argumento formidable para que la clase media se incline a favor de la derecha, incluso aunque ésta no cumpla con lo que predicó en la campaña. La clase media no tiene las mismas ideas que la que hizo la Transición. Pero no hay que perder la perspectiva histórica. La socialdemocracia avanza en toda Europa. La Merkel y Sarkozy tienen dificultades electoralistas. El socialismo francés va a la cabeza en las encuestas. Aquí vamos algo atrasados. Tiempo al tiempo.