Decepción. Confieso que esa fue mi primera reacción tras la comparecencia de Pedro Sánchez en la ya tradicional rueda de prensa para valorar el curso político que termina. La autosatisfacción del presidente es ilimitada, y todo lo que va mal en las relaciones con el poder judicial, con el Tribunal Constitucional y con el Tribunal de Cuentas es culpa, claro, de la oposición (tampoco es que la respuesta de Pablo Casado haya sido lo suficientemente constructiva, en mi opinión). Inicio la cuenta atrás hacia las vacaciones con un sentimiento de frustración: el bloqueo político desde todos los ángulos se mantiene y se ve poca o ninguna luz al final del túnel.
Lo peor que los periodistas o los ciudadanos pueden decir tras una rueda de prensa teóricamente ‘sin límites’ (pero sin repreguntas) de nada menos que un presidente del Gobierno es que mantienen las mismas dudas que antes de la comparecencia presidencial. El encuentro con los medios fue casi un mitin, dedicado a glosar el grado de cumplimiento del programa para la Legislatura, lo bien que van la economía y las vacunaciones, etc. Ni siquiera se abordó una petición de explicaciones de la reciente remodelación ministerial, con el cese (o dimisión, según las fuentes) del ‘super asesor’ Iván Redondo. Y nadie le preguntó, quizá porque ya nadie se acuerda de él, si la marcha de Pablo Iglesias del Gobierno ha producido o no efectos beneficiosos para la coalición.
Conste que no quiero decir, porque no lo pienso, que todo haya sido un desastre en la gestión del Ejecutivo en lo que va de Legislatura: ha habido bastantes luces, pero también algunas sombras, entre las cuales destacan la falta de transparencia, el conflicto con los jueces y el nulo contacto con la oposición. Con palabras genéricas, como ‘esperanza’ o ‘diálogo’ no se vence la desconfianza de los ciudadanos con respecto a sus representantes.
Reconozco que ha sido, como varias veces recalcó Pedro Sánchez, un período excepcionalmente duro, con la irrupción de una pandemia que, por cierto, Sánchez prácticamente dio por concluida, lo que contradice las advertencias de los expertos. Pero no se puede, simplemente no se puede en un marco de total democracia, convocar un encuentro excepcional con los periodistas para atribuirse medallas oro en vacunación, cogobernanza, en crecimiento económico... y para, al tiempo, lanzar todos los venablos contra la oposición ‘inconstitucional’.
Entiendo que estas comparecencias son, o deberían serlo -tampoco es que las de Mariano Rajoy fuesen un prodigio noticioso, desde luego--, para dar información, alguna noticia, aclarar dudas extendidas en la opinión pública, que, por cierto, no son pocas. Nada de eso hubo. Ni revelaciones sobre la Conferencia de Presidentes de este viernes, sobre la que no conocemos ni una agenda en profundidad. Nada o casi nada. Puede que estén decreciendo mis facultades como periodista, pero no encuentro el titular de esta rueda de prensa. A ver si mis compañeros los hallan.
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