No sé si, quien es considerada la primera mujer científica, se maravillaría al observar cómo, 17 siglos después de su nacimiento en Alejandría, seguimos embobados estos días mirando el cielo en busca de estrellas fugaces, estelas de lo que somos, pidiendo un deseo. Me refiero a Hypatia, mujer excepcional en su época, la primera en enseñar matemáticas, y destacada filósofa cabeza de la Escuela neoplatónica de Alejandría, quien cartografió diversos cuerpos celestes y diseñó instrumentos como un astrolabio plano para medir la posición de estrellas y planetas.
No muchas personas la conocen aún hoy, cuando sigue resultando una losa ser mujer, donde las carreras científicas y tecnológicas les parecen relegadas en un universo gobernado por hombres. Más de una década se lleva estudiando el impacto de género en este hecho, asociado a lo que se llama dominio afectivo de la enseñanza, donde se incluyen actitudes, creencias y emociones que, aunque incumben a cualquier área de conocimiento, se viene centrando más en el ámbito de la Matemática por ser herramienta de toda ciencia e indispensable en la creatividad, la optimización o el análisis de datos para toma de decisiones.
La estadística muestra que es aún mayor el número de niños con buenos resultados en Matemática que el de niñas en secundaria, cuando buscan dar más respuesta a los cánones sociales, donde aún impera la retrógrada idea de que la mujer se debe al cuidado o al pensamiento humanista – algo que íbamos superando y en lo que hay un retroceso al irrumpir la derecha extrema – lo que influye, según estudios, en las creencias y actitudes ante la Matemática. Así es imprescindible que el alumnado conozca la diversidad de estrellas al mirar el firmamento matemático, necesitan mujeres matemáticas referentes para superar barreras como lo hizo Hypatia, muerta en manos fanáticas por no soportar a una mujer con tanta influencia social y política. Hoy seguimos teniendo fanáticos que quieren matar cualquier atisbo de futuras hypatias y que salen en masa contra el Ministerio de Educación por estudiar introducir en el currículo esta realidad. Siempre hubo ignorantes, incultos a quienes otros manejan, ante lo cual hay que seguir combatiendo con más y mejor educación basada en la diversidad y la igualdad, porque la Matemática no distingue género.
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