En todos los gobiernos, desde la recuperación de la democracia, siempre ha habido Ministros claramente prescindibles. Algunos dieron con sus huesos en la cárcel y otros, como el exministro Jorge Fernández Díaz, del PP, imputado en el escabroso escándalo del espionaje a Barcenas con dinero público.
Los partidos políticos, cuando alcanzan el poder, confunden, muy habitualmente, la lealtad al partido y al líder de turno con la capacidad de gestión que supone ejercer tal alta función. No se prima la idoneidad sino la obediencia debida.
Viene todo esto a cuento de la irrelevancia y la pésima gestión de los ministros de Podemos, intocables en cuanto a su lealtad a Pablo Iglesias, que han convertido su paso por el Ejecutivo en una continua reclamación de iniciativas políticas que marquen la diferencia con sus socios socialistas.
Viendo caso por caso, conviene recordar la dura batalla por la aprobación de la conocida como ‘Ley Trans’, que tuvo mucho que ver con la defenestración de Carmen Calvo, y que, salvo la radiante satisfacción de la titular de Igualdad, Irene Montero, no ha tenido mayor consecuencia en el devenir del país y su futuro. El mayor problema al que se enfrenta este departamento es el asesinato de mujeres a manos de sus parejas y no parecen encontrar la tecla que acabe con esta vergonzosa lacra.
Y mientras Pablo Iglesias se incorpora a sus nuevas tareas como analista en la emisora del Conde de Godo, RAC1, de rabioso entusiasmo independentista, su sucesora al frente de Asuntos Sociales, Ione Belarra, parece más inclinada a vigilar el cumplimiento del pacto de gobierno, advirtiendo del riesgo de ruptura. No parece pues que la gestión de su labor ministerial le quite mucho tiempo. Prueba de ello son las dificultades que los viajes del Imserso, esos que permiten salir de vacaciones a los jubilados, están teniendo. La patronal hotelera no acepta las bajísimas tarifas por pernoctación que quieren imponerles y puede que los mayores se queden, un año más, sin poder salir de casa.
Eso si, la heredera de Pablo Iglesias ha incluido la legalización del hachís en la agenda del Gobierno. Prepara un proyecto de ley para regular su uso terapéutico con la posibilidad de autorizar, también, el uso lúdico. Más de uno se preguntará si este tema es, de verdad, una prioridad social.
Otro que no dejará ni la huella de su nombre el del responsable de Universidades Manuel Castells. Tras muchos años de profesor universitario en EEUU, y entusiasta apoyo al independentismo catalán, regresó para ocuparse de las universidades españolas y no se tiene constancia de ninguna medida destacable. En lugar de centrarse en la mejora de la calidad de las facultades, muchas de las cuales están a la cola en el ranking de la excelencia, prepara una nueva Ley que pretende proteger la igualdad y la paridad. Siempre necesaria, pero habría que recordar que los contratados precarios, hombres y mujeres, tienen otras prioridades.
¡Qué error, qué inmenso error!
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