Si alguien aterrizase de buenas a primeras en Andalucía y pretendiera conocer el estado de nuestra sanidad pública leyendo únicamente las declaraciones de los responsables del Gobierno andaluz, pensaría que esta marcha sobre ruedas. “Seguimos mejorando la sanidad pública con hechos”, tuiteaba triunfal el pasado miércoles el presidente andaluz. El mensaje que repiten el presidente y sus consejeros, allá por donde van, es que todo va bien. “Andalucía en marcha”, rezan las pancartas. ¿De qué nos quejamos?
Pese a toda la propaganda que está desplegando el Gobierno de Moreno Bonilla, su realidad paralela no se sostiene. Algo tan sencillo como pedir cita con el médico de cabecera revela el grado de deterioro sin precedentes que sufre nuestra sanidad pública. En septiembre de 2021, con un año y medio ya de pandemia a nuestras espaldas, conseguir cita en la mayoría de los consultorios de Andalucía sigue siendo una odisea. Para desesperación de la ciudadanía, los teléfonos comunican de manera permanente, Salud Responde sigue sin responder y la única opción sigue siendo acudir a los propios centros de salud a hacer cola presencial, algo que no parece lo más razonable en los tiempos que corren.
El nuevo curso político arranca sin que Moreno Bonilla haya dado solución a los problemas que aquejan a la sanidad pública andaluza. La Atención Primaria no garantiza, a día de hoy, que los andaluces sean atendidos por su médico en unos plazos razonables. Lo mismo ocurre con las consultas de especialidades, cuyas listas de espera son inadmisibles.
En la realidad paralela que intenta vendernos el Partido Popular, todo va bien. El mensaje que se transmite es que las restricciones están desapareciendo, pero nada se dice de la normalización de la atención sanitaria, que continúa pendiente.
Andalucía es la comunidad autónoma española que más fondos Covid ha recibido por parte del Gobierno de España, con 2.357 millones de euros transferidos, por lo que no se entiende que esa financiación extraordinaria no esté llegando a los servicios públicos esenciales.
En el fondo del problema no está, por lo tanto, el dinero, sino la voluntad decidida de Moreno Bonilla de fortalecer a la sanidad privada, aprovechando la coyuntura. Mientras los teléfonos suenan y las personas guardan cola por decenas a las puertas de los centros de salud públicos, la sanidad privada andaluza está batiendo todas sus marcas en suscripción de nuevas pólizas. Actualmente, uno de cada cinco andaluces ya ha migrado a la sanidad privada, lo cual demuestra el grado de descontento ante el estado de una sanidad pública que va camino de descomponerse, si no lo impedimos.
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