Imagínense, por un momento, que la Casa Real de España solicitara un nuevo repostero para la cocina de palacio. Y que no se tratara de una convocatoria de tapadillo, “sotto voce”, sino algo natural en cualquier empresa que requiere cubrir, o bien una vacante, o bien un puesto de nueva creación. Y, aunque no tengan imaginación, supongan lo que dirían, con la inflación del 4% y las tarifas eléctricas desbocadas, algunos de nuestros compañeros de la trinchera periodística, y algunos de nuestros políticos licenciados en Demagogia, y diplomados en Populismo.
Pues bien, no habrá ocasión de comprobar nuestras hipótesis, porque la nueva plaza de repostero la ha convocado la reina Isabel de Inglaterra, con objeto de añadir algo de creatividad a los aburridos y dulzones postres que ofrece en su cenas y almuerzos.
El nuevo repostero tendrá derecho a unas vacaciones de 33 días anuales -creo que los sindicatos no estarán en contra- aunque deberá estar dispuesto a seguir a la familia Real, cuando se traslade a Balmoral o cualquier otro sitio. Aquí me imagino que un sindicalista de provecho reclamaría un suplemento en horas extraordinarias.
Mientras los ingleses tratan de llenar el depósito de sus coches, y sufren las consecuencias de la salida de la Unión, que los populistas dijeron que nunca perjudicarían a la vida cotidiana, parece que la única que se ha creído que lo del Brexit no va con ella es la Reina, y tiene razón, porque la solicitud de un nuevo repostero no ha recibido ninguna crítica.
La Casa Real Inglesa viene a ser algo así como el secesionismo catalán, una burbuja al margen de la realidad, donde los problemas energéticos, la inflación, las consecuencias de un descalabro económico en China, o la salida de Turquía de la OTAN, no alteran para nada los asuntos domésticos. La Reina de Inglaterra necesita un nuevo repostero, y el secesionismo ha presentado en el Parlament la votación sobre un referéndum, que les puede llevar a la inhabilitación o a la cárcel. Da igual. En algunos sitios puede que no haya gasolina y, en otros, piensan en el postre. Me rindo. Me rindo, pero no estoy dispuesto a poner los huevos para el pastel del secesionismo. Que los ponga ellos. Si tienen.
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