Ciertamente la pandemia, nos ha cambiado a tod@s, ha cambiado nuestra forma de vivir, nuestra forma de vernos y saludarnos, nuestras preferencias, en que lugares queremos estar y nuestra forma de movernos.
Pero si algo ha cambiado Almería, es una de sus tradiciones mas seculares, como es la forma de estar en los bares, como nos tratan en ellos, que condiciones previas debemos tener en cuenta, que nos van a “imponer” para poder estar y por desgracia hasta el tema de las tapas…
Cuando se cerró todo entre marzo y junio de 2020, el anhelo era poder sentarte como antes en un bar, tranquilamente, sin pensar si dentro o fuera, … ni otras muchas cosas.
Desde que se abrieron de nuevo estos santuarios, y a medida que fueron difuminándose miedos y medidas, la cosa no volvió a ser igual. En la actualidad, es muy difícil ir a un bar sin antes haber reservado. En la mayoría de los garitos, nada más verte en la puerta te preguntan “¿Ha reservado usted?”. Y si llamas a un bar, puede producirse todo un interrogatorio: “¿Pero es para comer o para tapear? ¿Sabe que si reserva tiene que pedir al menos una o dos raciones? ¿En que turno quiere comer usted, en el de las 13,30 o en el de las 15,30?”. “Pues mire, quería comer a las dos”. “A pues no puede ser, tiene que ser un turno u otro”. En muchos, ya eso de poder sentarse solo a tomarte una cerveza con tapa, directamente no te dejan y te dicen; “No, es solo para comer”. Y si hablamos de las tapas, antes cualquiera tenía su lista de tapas, cuarenta o cincuenta y punto. Ahora no, están las que llaman tapas de cortesía, que hay seis o siete y después una chorretá de títulos; tapas especiales, tapas gourmet, tapas pijilinguis… y al lado un precio que suelen llamar suplemento. Almería no es lo que era, no, salvo honrosas excepciones en los barrios populares de Almería, no costeros.
Los empresarios de la hostelería, se quejan, cierto que lo pasaron mal, pero ahora los últimos cuatro meses, la inmensa mayoría de los bares estaban repletos, difícil pillar mesa, ni reservando, pero eso aquí, en Huesca, en Teruel, en Conil de la Frontera y Bollullos Par del Condado. Siempre, todo esto, hablando de grandes establecimientos situados en buenos lugares. Estas quejas de faltas de ayuda y de que relajasen las restricciones, chocaban con las declaraciones de los responsables de turismo y las cifras de ocupación hotelera, donde se declaraba que incluso en algunos sitios, “se superó el 90 % y que se había vuelto a niveles de prepandemia”, aunque fuese con clientes españoles, que para ello, solo era necesario abrir bien los ojos.
Los ayuntamientos, han permitido instalar terrazas en cualquier lugar, aceras, zonas de aparcamiento de vehículos, plazas o rincones insólitos, algunos sus terrazas son tan grandes que no sabes a que Bar pertenecen, porque se unen unas a la contigua. En otros, las mesas están tan lejos del bar que no ves la puerta del mismo, bien por la distancia o porque está al doblar la esquina. Hay aceras que son impracticables para los peatones y menos aún para cochecicos de niño o sillas de ruedas. Pero todo sea en pos de “salvar la economía y por la libertad”.
Ahora algunas asociaciones de hosteleros han pedido que mantenga el gobierno Los ERTES hasta diciembre, incluso he oído esta semana, que algunos se atreven a pedir que sea hasta Semana Santa, como si ya no hubiese pingues beneficios o como si fuese el sector que peor lo pasa o lo ha pasado.
La situación afortunadamente ha mejorado, a pesar de los negacionistas y antivacunas, todo va volviendo a la normalidad aforos al 100% incluso han vuelto las barras de bares… Pues todo debe volver a su sitio, cobrar por el uso del espacio en la vía pública por la tenencia de terrazas y habrá que revisar como se está contratando y como y donde está la gente que estaba en ERTE, algunos a rio revuelto...
Sería absurdo decir, que en todo esto generalizamos y que hay quienes no deben darse por aludidos. Pero hay que llamar al pan, pan y a la tapa, tapa.
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