‘Las Díaz’ y Puigdemont

Allá fue y todo pareció normalizarse: tormenta en vaso de agua, me parece.

Fernando Jáuregui
00:40 • 04 oct. 2021 / actualizado a las 07:00 • 04 oct. 2021

Quien lea el titular que encabeza esta suerte de crónica de la semana política que comienza pensará que el autor del mismo se ha vuelto loco: ¿qué pueden tener en común personajes tan dispares como Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, con Yolanda Díaz, la vicepresidenta del Gobierno que se ha convertido en la ‘musa de la izquierda a la izquierda del PSOE’, y con Carles Puigdemont, el hombre que protagoniza la huida más espectacular y pintoresca que se haya visto en las últimas décadas? Poco que ver, desde luego. Excepto por una cosa: la valoración de sus ausencias.






Las especulaciones acerca de si la presidenta madrileña iba o no a asistir a la convención de su partido, el PP, en Valencia, apoyando o no a Casado, indicaban que la no presencia de Díaz Ayuso en la plaza de toros, sumando su aplauso a los otros miles que vitoreaban a Pablo Casado, hubiese resultado más significativa aún que su asistencia. Al final, allá fue y todo pareció normalizarse: tormenta en vaso de agua, me parece.






Hay gente que resalta su protagonismo más siendo deseada que estando presencialmente allí donde se la deseaba: así ocurre con Díaz Ayuso. Y con Yolanda Díaz, que estará ausente, dicen, en el ‘cónclave’ que el partido por el que será presumiblemente candidata y en el que no milita, Unidas Podemos, organiza a partir del jueves, en un intento de potenciar una formación que, sin las trapisondas de Pablo Iglesias y con la poca gracia de Ione Belarra, anda como de capa caída.






¿Por qué no va ‘la otra Díaz’ a la escuela de otoño de Unidas Podemos? Se me ocurren muchas explicaciones. Pero no hay mayor afán de notoriedad que el que desea que lo aclamen por su falta de afán de notoriedad, que le llamen al teléfono para desdeñar responder. 



Y ese, aparentemente, es el caso de una Yolanda Díaz encantada por la buena acogida que tiene en los medios, incluso en los de la derecha, aparentemente sin buscarlo. Ella quiere situarse por encima de la ‘melèe’ e ir forjando su propia alternativa al PSOE. Ese PSOE, por cierto, gobernado en la sala de máquinas por otro personaje al que aterran los focos, Santos Cerdán, verdadero impulsor del ya cercano congreso del partido gobernante.

Y ¿qué pinta Puigdemont en todo esto? Ocurre que al ex president de la Generalitat quizá le gustaría precisamente lo contrario: estar en todas las salsas. Pero no puede hacerlo, claro. Y ve cómo solamente los titulares de periódicos muy afines a su causa --o sea, ni siquiera los de Esquerra-- le siguen en sus peripecias, en su saga/fuga que este lunes tiene una nueva parada en la isla de Cerdeña, de donde saldrá, libre, con nuevos desafíos al Estado. Es el suyo un caso diametralmente opuesto a los de ‘las Díaz’ o al del secretario de organización del PSOE, que son aquellos a los que todo el mundo quisiera ver y que se hacen de rogar en sus comparecencias.


Puigdemont, en cambio, es el no deseado, casi el indeseable: me parece que muy pocos le quieren ver en su tierra, en las negociaciones con el Gobierno central que él trata de boicotear, en los mítines independentistas. 

Él necesita estar, aparecer en las fotos, que le detengan un rato, la controversia. Que no lo olviden. ‘Las Díaz’, el Cerdán del ‘nuevo PSOE’, son de esas figuras emergentes rodeadas aún de un halo de incertidumbres y, por tanto, de futuro. Puigdemont es ya un pasado que todos, comenzando por los suyos, quieren orillar. 


Los nombres que aquí aparecen son, por tanto, la cara y la cruz de esta semana que comienza y en la que tanto, ya lo verá, habrá que contar.


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