Paseos en calesita

No sé si usted es de esas personas que viven instaladas en un permanente flashback de emociones y actos, pero si es así quizás le parezca interesante el libro "Los cinco arrepentimientos de los moribundos", que acaba de publicar una enfermera australiana recopilando sus experiencias profesionales con pacientes de avanzada edad a punto de cascarla. Pero por si va apurado de tiempo o cortito de interés, le adelanto que no hay nada nuevo bajo el sol de las antípodas. Allí abajo también se arrepienten mucho de no haber tenido el coraje de hacer en vida lo que realmente desearon en lugar de lo que los demás esperaron que hiciera. ¿Les suena, verdad? Trabajar demasiado, abandonar el contacto con los amigos y no haber expresado más sinceramente los sentimientos son, para los moribundos australianos, las otras cargas que más pesan a la hora de abandonar este mundo. Ya ven que no hay distancias, ni fronteras, ni latitudes que valgan a la hora de admitir que, después de haberse pasado la vida hecho un cabrón apechugando con todo y con todos, no se ha sido feliz. En eso ya ven que somos todos iguales. Como lo mío ya no tiene remedio, cada vez que se habla de esto me acuerdo de un poema adaptado por Borges acerca de esas personas que han vivido su vida sensata y prolíficamente, pero que al final de sus días se arrepienten de no haber dado más vida a sus años. No lo tomen como un consejo, pero no acaben, como dice el poema, lamentando no haber contemplado más atardeceres, comido más helados o dado más paseos en calesita. Los cementerios están llenos de gente que intentó ser perfecta toda su vida. Disfrutemos más de nuestros errores.