Garzón

Al margen del veredicto del tribunal, yo como simple hombre de la calle estoy horrorizado antes las confesiones de los testigos en el juicio que se sigue contra Garzón. No estoy capacitado para saber si el juez, sentado ahora en el banquillo, se saltó a la torera la ley de amnistía ni si los crímenes del franquismo son crímenes contra la humanidad, pero el espectáculo al que asistimos, incomprensible para bastantes juristas extranjeros, me llena de estupor. Gentes de izquierda, independientes y no afiliados, han salido a la calle a defender a Garzón, pero sobre todo a defender a las víctimas que han vivido 75 años de la ceca a la meca buscando los huesos de sus abuelos. Más difícil que conocer el oculto paradero de los huesos era encontrar un juez que se atreviera a atenderles, pues no es un secreto que los vencedores de la guerra se habían blindado bien contra las posibles vindicaciones. El tribunal podrá discutir académicamente sobre si investigar los crímenes del franquismo no corresponde al famoso jurista, incluso le podrán decir que es un "prima donna" de la jurisprudencia, pero la desolación institucional de estas víctimas, el vacío en que puede quedar la profesión si a este juez le meten veinte años de inhabilitación, será memorable. Cuentan las víctimas que llamaron al Rey, al presidente del Congreso y a la Audiencia Nacional pero, al parecer, sus portavoces miraron para otra parte. Qué escasa atención en contraste con la delicadeza de Varela por arreglarle la querella a Manos Limpias para que surtiera efecto. Como ha ocurrido con otros juicios famosos de la historia, el tiempo venidero se encargará de poner las cosas en su sitio. Un profesor gallego apunta a un "plan sistemático para eliminar a los responsables políticos de la Segunda República, lo que daría ocasión a pensar en un genocidio. En cualquier caso, la imputación a Garzón habrá servido para que conozcamos un poco mejor el relato del horror franquista del cual no sabemos todavía mucho por el rechazo que ha tenido la ley de la Memoria Histórica.