La fragilidad del pacto que va a permitir renovar a cuatro magistrados del Constitucional se puso en evidencia en la Comisión de nombramientos cuando el diputado socialista, Odón Elorza, verso libre en la jerarquizada bancada presidida por Pedro Sánchez, se atrevió a exponer lo que es un clamor entre la clase política: la falta de idoneidad de Enrique Arnaldo para ocupar un puesto en el alto tribunal.
Tanto costó el acuerdo del ministro Bolaños con García Egea que el Gobierno, incluido Podemos, decidió mirar para otro lado ante las claras incompatibilidades cometidas por el candidato popular, que compatibilizo una cátedra en la universidad pública con otra en la privada, mientras en su bufete llevaban casos relacionados con administraciones comandadas por el PP.
Es de alabar la gran capacidad de trabajo del candidato que el jueves será nombrado miembro del Constitucional, porque aún tuvo tiempo de participar en numerosos debates en la fundación conservadora FAES, presidida por Aznar.
En su comparecencia en el Congreso empezó diciendo: “No soy más digno que ustedes, pero tampoco menos”.
Posiblemente, se le olvidó que los diputados allí presentes habían sido elegidos en las urnas y que él va a formar parte del órgano que vigila el cumplimiento de la Constitución. Nada más y nada menos.
En el caso de los dirigentes de Génova, resulta muy difícil que puedan apelar al desconocimiento sobre la biografía de su candidato, dado que su relación con diferentes figuras del partido viene de lejos y Arnaldo fue investigado por su relación con dos presidentes autonómicos que, casualmente, han acabado en prisión: Jaume Matas e Ignacio González.
El bloqueo de los órganos que constituyen la base del Estado de Derecho, consagrado en la Carta Magna, conduce a cerrar pactos sin mirar mucho los perfiles y en eso hay que reconocer que la derecha parlamentaria es mucho más exigente y tiene una enorme facilidad para detectar “rojos” y vetarlos.
Por su parte, el diputado Odón Elorza, ex alcalde de San Sebastián y apoyo explícito de Pedro Sánchez en su travesía del desierto, se caracteriza por decir lo que piensa aunque no sea políticamente correcto. Muchos de sus compañeros, que aplaudieron en silencio su duro interrogatorio en la comisión, mostraron a la salida su preocupación por el “riesgo” de irritar al PP y que se rompiera el pacto. Porque la aspiración actual es cerrar las vacantes pactadas y afrontar la renovación del Poder Judicial donde la pelea por los nombres está mucho más enconada.
El jueves que viene, salvo que en la votación telemática y secreta algún diputado se salte la disciplina, Enrique Arnaldo ocupará un sillón en el Constitucional; mientras el PSOE alega que “su formación sólo se hace responsable de avalar la trayectoria de sus dos candidatos pactados” y al PP no se le caen los anillos al exigir que “su candidato” se defienda solo.
Deben estar curados de espanto dado que el actual consejero de Justicia de Madrid, Enrique López, cuya candidatura al Constitucional provocó un bloqueo similar al actual, tuvo que presentar su dimisión irrevocable como magistrado por un percance con una moto y dar positivo en alcoholemia.
De momento, el “verso libre”, Odón Elorza, no será el portavoz socialista en el pleno que nombrará a los cuatros nuevos magistrados. Corramos un tupido velo.
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