El asno de Buridán

“Seduce la historia de Daniel Ortega, que de antiguo revolucionario ha pasado a dictador“

Javier Adolfo Iglesias
07:00 • 11 nov. 2021

A pocas horas que me quedan para entregar esta columna me siento tan perdido como un adolescente obligado a elegir su futuro. No es angustia ante el folio en blanco de los literatos, solo soy un simple columnista y del montón. Me escondo bajo las sábanas sin querer decidir.



No es por falta de ideas por lo que arrastro por el barro mi dignidad de opinador en estas líneas. Es lo contrario, estoy abrumado y paralizado como un niño con barra libre en la tienda repleta de juguetes. “¡Me lo pido!,¡me lo pido”.



“Prohibido el ombliguismo”. Un periodista de opinión digno no debe hablar en vano de uno mismo y jamás debe escribir su columna sobre la dificultad de hacer una columna. Me tomaba muy en serio estos tabúes, los respeté durante dos años, sin falta alguna, cumplidor puntual con frío o calor, en día laborable o en fiesta y vacaciones.



Pero hoy me es imposible, traspaso la frontera y me adentro en la tierra prohibida. Pensé que ya tenía el tema de este artículo hace días al seguir la noticia del ex Obispo de Solsona, que ha sido contratado en una granja de sementales porcinos. Extrae semen o ‘sabo’ a los machos donantes, es decir, ha sido empleado como pajillero de berracos.



Estaba convencido de que sabría hilar este noble oficio y los sueños independentistas húmedos de este sacerdote, famoso también por sus exorcismos y haberse convertido en pareja de una escritora porno-satánica. Un caramelito.



No es una noticia, es un agujero negro imposible de evitar para cualquier periodista sin que deje entrever una sonrisa. Arrancaba a escribir y a la manera de una viñeta de Francisco Ibáñez no podía quitarme de mi mente las caras de Puigdemont, Torra y Junqueras en cuerpos redonditos y rosados, en su pocilga junto al obispo, disfrutando todos de una nueva declaración de independencia de Cataluña. Demasiado burdo.  



Luego me sedujo la noticia de Daniel Ortega, que de revolucionario sandinista en los años 80 ha acabado en dictador de Nicaragua, cabeza de familia de dictadores, al estilo coreano. Me acordé de cuando aquellos guerrilleros marxistas  en plena era Reagan sedujeron a muchos amigos idealistas, que viajaron incluso desde Almería y Granada a Nicaragua y El Salvador.  Aquello fue antes de la caída del Muro de Berlin y el bloque soviético, que nos despertó del marxismo a unos cuantos.    Con este material sería más filósofo que columnista. Por entonces, muchos jóvenes llevábamos la chapa amarilla de ‘Nuclear, no gracias’, insignia que parece que Macron no llevó.



Luego llegó la alegre Chiqui Montero y sus lunes, no al sol sino al chicharrón de los impuestos. Qué fácil es ser político si tu resorte único es freir a impuestos a todo lo que se mueva. No han pasado días desde que el Tribunal Constitucional amparó a los ciudadanos con las plusvalías municipales y los políticos se han puestos de acuerdo en que paguemos más.


Qué bien nos iría si se dieran igual prisa para tantos problemas que esperan solución desde hace años. Como los más de 20 años que llevamos en Almería pidiendo el AVE o con la reforma de las pensiones. Más subidas. Estoy decidido a atacar este tema cuando leo que hacen falta 14.000 camioneros en España. Lo conectaré con las carencias de algunos suministros y el posible pago en las autovías. Tampoco porque hace poco escribí de economía.


 Se acerca navidad, el coronavirus sigue y apenas salen los muertos en los informativos. Ni siquiera los números ya significan. No se qué abordar en esta columna cuando leo la impactante historia de Manel, que volvió a la vida después de haber pasado más de 35 años en coma. La historia ocurrió en 2014 pero no se por qué ahora sale a la luz justo cuando la recién implantada ley de eutanasia ha echado a andar con el debate sobre la objeción de conciencia.


Sigo sobreexcitado y paralizado por la cantidad de temas pero no arranco, no me decido como el asno filosófico. Cojo El Mundo y leo la última columna de Jorge Bustos, titulado “El abrazo de María” sobre el atropello mortal de una escolar frente a un colegio religioso de Madrid:  “Ni el más nietzscheano de los espíritus puede dejar de admirar la mecánica de la fe cuando se pone en funcionamiento para amortiguar el sinsentido de la tragedia”. Entonces, tras su lectura y mi fascinación por su hondura y belleza, paralizado como el asno de Buridán, acepto que soy un burro del columnismo al lado del genial Bustos, pero al menos no soy un cerdo en manos de un cura independentista.


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