Los valores progres se imponen

Apenas queda un reducto en que no se impongan en las conciencias las ideas y los valores que preconizan los progres. Desde el sedicente genocidio en la conquista de américa hasta el presunto crecimiento del racismo hoy día. Son dos ejemplos cogidos al azar, pero la vigencia de esos estereotipos se extiende a la convivencia, a la falta de tolerancia y, en general, a la extendida creencia en la superioridad moral de la izquierda.

Eso ha achicado el espacio de la concordia, la igualdad social mediante el esfuerzo o la compasión como virtud humanitaria.

Lo acabo de comprobar, una vez más, con gentes que antaño no estaban imbuidas de los valores ahora dominantes y tenían pensamientos propios y distintos sobre todos los asuntos de la vida. Ahora, en el grupo al que me refiero, no hay una voz discordante sobre lo que se ha dado por único pensamiento correcto. 

Lo bueno del caso es que muchos de los miembros de ese grupo, ya mayores, antes eran de un conservadurismo que tiraba de espaldas, mientras que ahora casi compiten en quién es más progre que el otro, es decir, más moderno, más puesto al día y más en la onda de lo que ahora se lleva. Los más mayores de todos ellos, incluso, fueron en su día complacientes franquistas, aunque ahora abjuren de ello y probablemente ni ellos mismos crean que lo fueron.

El común denominador a esa moda es el de la vergüenza de que te consideren retrógrado, o facha, que se dice, y no tanto la convicción. Si acaso, lo que existe es un complejo de inferioridad si uno se ve asaltado por un pensamiento no acorde con los valores ahora extendidos en la sociedad. Es decir, que somos progres por complejo de que, si no lo fuéramos, incurriríamos en algún tipo de perversidad moral.