Serrat ha anunciado que dejará los conciertos tras la que será su última gira. El autor de ‘Lucía’ nos hizo amar el catalán a españoles alejados de Cataluña. Y durante la Transición, los cantautores en general nos abrieron los ojos a la existencia y uso de las lenguas autonómicas: Amancio Prada, con el gallego o los vascos Imanol y Benito Lertxundi, que nos descubrieron la dulzura del euskera a través de ‘El Loco de la colina’.
Durante la Transición, los españoles identificamos el uso de estas lenguas españolas con la libertad de la recién llegada democracia. Durante el legendario concierto en Fuentevaqueros en 1986, recuerdo cómo al iniciar Serrat una canción en catalán, saltaron a protestar un par de catetos. Enseguida una inmesa mayoría acalló con aplausos aquellos pocos silbidos y abucheos.
Pasaron muchos años y en 2018 el ‘noi del Poble-sec’ interpretaba el disco “Mediterráneo” cuando un espectador gritó “¡Canta en catalán, que estamos en Barcelona!”. La estupidez del caballero fue contestada por el autor de ‘Paraules d’amor’ con contundencia y sarcasmo. Para entonces el nacionalismo radical ya había solidificado la estúpida intolerancia en gran parte de la ciudadanía de Cataluña, que se dejó engañar por los políticos que le prometieron un “estado catalán”.
Los intolerantes y catetos hablan por igual español y catalán pero hoy día no estamos ya en la Transición y no se puede ser equidistante en Cataluña. Hay que estar con las víctimas y éstas son hoy las personas que tienen derecho a hablar, aprender y entender en castellano y les acosan por ello.
Hoy día los bien pensantes que aplaudíamos a Serrat en el 86 para que cantara en catalán no podemos negar la realidad: que los políticos independentistas usan el catalán para crear y neutralizar enemigos.
Es el caso de los padres de un alumno de una escuela en Canet de Mar, que han luchado en los juzgados y han conseguido que el Tribunal Superior de Cataluña ampare la impartición a su hijo de materias en castellano en un 25 por ciento, ¡solo una cuarta parte del total!.
Enseguida padres y madres de los que gritan en catalán a Serrat han salido a señalar a esa familia como en su día hacían los nazis con los judíos. “Me apunto a apedrear la casa de este niño. Que se vayan fuera de Cataluña. No queremos supremacistas castellanos que nos odian”, es una de las lindezas en redes sociales de estos guardianes nacionalistas. Nada diferente a aquella simpática mujer que le deseó una violación múltiple a Inés Arrimadas.
La real convivencia de las dos lenguas españolas en las calles de Cataluña no se corresponde con la dirigista vida oficial urdida desde la Generalitat. Desde el fallido ‘procés’ y sus agravios inventados, el uso del catalán vuelve a ser más que nunca un arma para los independentistas, un hierro ardiente para marcar a los que quieren seguir siendo españoles en una parte de España.
Todo es cómico y grotesco y sin embargo roza lo trágico. La comedia de las lenguas comenzó cuando en la radio José María García entrevistaba a italianos o a brasileños convencido de que los entendía él y los oyentes sin necesidad de traductor. Y acabó años después cuando un maleducado entrenador de fútbol abandona una rueda de prensa en Almería porque le molesta los gestos de incomprensión ante el euskera de un par de periodistas locales.
En Youtube se puede ver a ese alcalde de Medellín, absolutamente sorprendido porque no entiende a la periodista que lo entrevista en TV3 y que pudiendo hablarle ésta en el castellano que comparten la fiel funcionaria periodista no lo hace de forma fría y obcecada.
Yo mismo intenté trabajar en Cataluña como profesor, pero me lo impidieron con el requisito previo de saber catalán. La lengua catalana es hoy el arma de desunión masiva de los políticos independentistas. Con su injusta exigencia legal han ido cerrando las puertas de la administración a trabajadores de cualquier otra parte de España para formar un ejército de funcionarios endogámicos y entregados. Sus últimos intentos han sido con médicos, sanitarios y profesores universitarios. Y que no se escapen los niños a través de plataformas como Disney, HBO o Netflix, avisa Rufián.
Espero disfrutar en directo por última vez del gran Joan Manuel, porque canta en catalán y en español sin problemas y ha musicado a los mejores poetas españoles, desde Machado y Hernández a Joan Margarit.
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