Que no nos roben la Navidad

Llevamos siglos celebrando la Navidad más allá incluso de las creencias religiosas

Julia Navarro
02:28 • 22 dic. 2021 / actualizado a las 09:00 • 22 dic. 2021

Vísperas de Nochebuena, de manera que me van a permitir desearles una Feliz Navidad. Dos palabras que he escuchado y repetido desde la infancia. Pero parece que hay quien las quiere proscribir.



Y es que no todos los ciudadanos que viven en Europa son “cristianos”, incluso hay muchos cristianos que solo lo son porque en su día fueron bautizados, pero pasan muy mucho de la religión.



Pero, dicho esto, lo que buena parte de los ciudadanos europeos no podemos olvidar es de dónde venimos, porque lo que somos es consecuencia del pasado. Por tanto, intentar obviar que Europa es hija de Grecia y de Roma y del judeo-cristianismo es tanto como renunciar a ser nosotros mismos y a nuestra historia.



De manera que solo se puede calificar de estupidez la pretensión de la señora Dalli, Helene Dalli, Comisaria de Igualdad de la Unión Europea, de que dejemos de felicitarnos la Navidad y lo sustituyamos por “felices fiestas” por aquello de que en la Unión hay personas provenientes de otras culturas y religiones.



No se trata de que perdamos nuestras señas de identidad sino de que quienes vienen a vivir entre nosotros puedan también vivir conforme a las suyas.



La libertad religiosa es consustancial a la democracia. Por tanto quienes no son cristianos pueden, y de hecho lo hacen como no podría ser de otra manera, celebrar sus fiestas como lo hacemos nosotros.



A nadie le ofende que los musulmanes celebren el Ramadan ni que los judíos celebren su Pascua.



Ahora bien resulta inquietante el intento de la señora Dalli de hacer ingeniería social convirtiendo a Europa en un híbrido.


Llevamos siglos celebrando la Navidad más allá incluso de las creencias religiosas y naturalmente nadie tiene por qué celebrarla si no quiere.


Ahora, jugar -como en la Revolución francesa o como en la Rusia de Stalin- a enmascarar la Navidad es un disparate que se suponía estaba superado.


Las políticas de inclusión pasan por el respeto a las minorías, no por la supresión de todo lo que no es común a la mayoría.


Me temo que la señora Dalli confunde el culo con las témporas. De manera que vuelvo a decir alto y claro: FELIZ NAVIDAD. Y basta ya de ingeniería social de medio pelo.


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