A lo largo de la vida he topado con gente rara y anormal, pero en este último periodo ocurre una circunstancia distinta, y es que gente anormal ocupa cargos de responsabilidad o son muy conocidos por méritos deportivos, pero su comportamiento resulta extravagante. Hablo, por ejemplo, de Pere Aragonés o de Novak Djokovic.
Que el presidente de una autonomía española anuncie que va a incumplir una sentencia del Tribunal Constitucional es algo tan grotesco, como si el alcalde de Tarragona declarara que no reconoce la autoridad de la Generalitat, ni de su presidente, y que desobedecerá sus normas.
A no ser que el subconsciente de Pere Aragonés esté traumatizado por el hecho de que su abuelo fuera nombrado alcalde de Pineda de Mar, por el Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, en la Dictadura, y él, en la Democracia, sólo consiguiera llegar a concejal. A veces, esas cosas son una carga, y podría explicar que el nieto de quien se hizo rico en la Dictadura de Franco, se afiliara a los 16 años a Esquerra Republicana. Hacerse rico en la Dictadura de Franco fue algo muy usual en la burguesía catalana, y es probable que ese remordimiento les haya impelido al separatismo, por esos oscuros caminos de la mente.
Otro anormal de libro es el excelente tenista Novak Djokovic, que se ha introducido en un laberinto de mentiras estúpidas, y embustes encadenados, que parecen propiciados por algún enemigo suyo. Encima, ha arrastrado a hacer el ridículo a parte de su familia. A mí su padre me da pena, porque los padres por los hijos hacemos cualquier cosa, incluso el ridículo, pero debería darse cuenta que su padre no se merece el papelón que le está obligando a hacer.
La gente anormal es imprevisible y puede reaccionar con actitudes inesperadas. Eso se ha sabido siempre y, por eso, hasta no hace mucho, no abundaban la gente anormal ni en los podios de las competiciones deportivas, ni en los cargos de responsabilidad política.
Observo que hay un preocupante e inverso cambio de tendencia. Quién sabe si para ganar una medalla olímpica o presidir un gobierno autonómico será condición imprescindible haber demostrado ser una anormal de provecho.
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