La importancia de distinguir bien estas dos palabras puede determinar toda nuestra vida. Confundir tener éxito en la vida con tener reconocimiento, es una de las trampas clásicas del lenguaje, una trampa mortal. El mago de la saga Harry Potter, Albus Dumbledore, dice que las palabras son nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo. Somos lo que nos “lenguajeamos”.
En el ámbito familiar afloran frase del tipo “Cuando te enfadas, eres igual que tu padre” o “Tienes el toque exquisito de tu abuela en la cocina”. Esta semana se estrena la película española “La abuela”, del director Paco Plaza (“Verónica”); una película de terror que parte de las herencias familiares para crear un universo asfixiante en donde todo se torna maligno. Susana es una joven modelo que se ve obligada a cuidar a su abuela, tras sufrir un derrame cerebral. Una joven inteligente que percibe que el éxito está más en cuidar a su abuela, que en ser portada de una revista de moda.
Otro maravilloso ejemplo para distinguir bien entre éxito y reconocimiento lo encontramos en la película “Adivina quien viene esta noche” (1967). El éxito no está en que tu hija se case con la persona que tú crees que debe casarse sino con aquella que la haga feliz. El recientemente fallecido actor Sidney Poitier es un maestro excelente en esta película. Tiene un guion potente y unos diálogos tan ágiles e inteligentes que captarán incluso a los adolecentes de hoy en día.
También falleció hace unas semanas el actor alemán Hardy Kruger (“Barry Lyndon”) que, aunque empezó en las juventudes hitlerianas, luego pidió perdón en varias ocasiones. Cuando el éxito se mal interpreta puede desencadenar grandes conflictos, como las guerras mundiales. Si la palabra éxito se acerca a ser sinónimo de reconocimiento, dinero o poder, tenemos un problema. La Madre Teresa de Calcuta acercaba la palabra éxito a la humildad, a la entrega y al cuidado de los enfermos. Ganar el Premio Nobel no es tener éxito en la vida, es tan solo un reconocimiento; quizás es el más grande del mundo, pero solo eso. Querido lector, permíteme la osadía de tutearte: ¿qué es el éxito para ti?
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