Pedro Sánchez convirtió la derogación de la reforma laboral, aprobada en su día por el PP, en compromiso electoral. Un mantra que reiteró una y otra vez en sus discursos. Otro tanto, con parecida intensidad, escuchamos en boca de los dirigentes de Podemos, socios principales en el proceso de investidura. Más aún, a lo largo de la legislatura el PSOE llegó a firmar un acuerdo con ERC y Bildu cuyo primer punto reafirmaba el compromiso de derogación de la mencionada ley. En paralelo discurrían las proclamas de los sindicatos CC.OO. y UGT partidarios, también, de la derogación.
Mientras tanto el mercado laboral iba poco a poco recuperándose aunque con las deficiencias estructurales que desde hace muchos años desembocan en el penoso récord europeo de desempleados. Más de tres millones. Tras el acuerdo entre el Gobierno y los agentes sociales -sindicatos y patronal- para reformar, que no derogar, la Ley de la Reforma Laboral diseñada y aprobada durante el mandato del PP (Fátima Báñez, era entonces la ministra de Trabajo), hemos entrado en una fase surrealista. El PP -Pablo Casado lo viene reiterando-, va votar en contra del retoque de la ley aún reconociendo que lo fundamental de la norma permanece. Así lo ha reconocido la señora Báñez.
El surrealismo adquiere tintes de paradoja cuando resulta que la nueva ley va ser aprobada con el apoyo de Ciudadanos y con el rechazo de ERC, Bildu y el PNV. En el caso de éste partido en el último momento puede abstenerse o votar a favor, dependerá del monto de la transacción política exigida. Pese a los aspavientos de los dirigentes de Podemos y del PNV por el apoyo de Ciudadanos y pese a la oposición del PP y de Vox, la nueva ley que retoca pero no deroga la reforma laboral que aprobó en su día el Gobierno de Mariano Rajoy saldrá adelante.
Creo que el PP va a perder la oportunidad de poner en evidencia a Sánchez votando a favor de la que prácticamente seguirá siendo “su” ley. Casado no acaba de entender que Pedro Sánchez, como buen cínico, sigue la filosofía del “gato negro, gato blanco, lo importante es que cace ratones”. En su caso, seguir en La Moncloa a cualquier precio. Dijo que iba a derogar la reforma laboral y no lo hace. Mañana puede cambiar de idea y seguir tranquilamente con su Falcón. En esa carrera de cínico Casado tardará en alcanzarle. En todo esto hay un punto de surrealismo político.
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