Ciudadanos se ha colocado durante unas horas en el centro del escenario gracias a su apoyo a la reforma laboral. Lo cierto es que el protagonismo del partido naranja ha ido decreciendo a lo largo de la legislatura y es de lamentar que en nuestro país no haya una tercera vía, es decir un partido de centro.
Por un lado está el PSOE y su socio, Podemos, al otro lado está el PP, con su escisión, Vox, que les supone un dolor de cabeza a los dirigentes de Génova 13 y yo diría que a muchos españoles. Sin olvidarnos, claro está, de los partidos nacionalistas-independentistas, que es mucho suponer que sean de izquierdas, como se proclaman algunos, ya que representan un nacionalismo rancio y excluyente y solo van a lo suyo.
Así las cosas ya digo que no habría estado de más contar con una fuerza política centrada como prometía ser Ciudadanos. Pero el problema es que Ciudadanos se perdió a sí mismo por el camino, o mejor dicho, sus líderes, Albert Rivera, y su equipo, fueron los que dieron la puntilla a su propio proyecto político.
Las encuestas, todas sin excepción, auguran un tenue porvenir a Ciudadanos, incluso su desaparición.
Las elecciones de Castilla y León serán su primera prueba de fuego y sin duda hay expectación por el resultado que Ciudadanos pueda obtener en las urnas.
La pregunta es si, una vez resultado fallido el experimento de Ciudadanos, habrá alguien con ideas claras y un buen programa de centro, poca ambición personal, y eso sí, ilusión, para intentar poner en marcha un proyecto que pase por el centro.
Y es que la existencia de un partido de centro es casi una necesidad. El problema es que todos los proyectos que se han puesto en marcha han fracasado y sus promotores no han sido ajenos, todo lo contrario, a ese fracaso. El gran reto para Ciudadanos es si de aquí a las próximas elecciones generales Inés Arrimadas y los suyos serán capaces de reinventarse o alguien se atreverá a poner en marcha otro Ciudadanos. Veremos.
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