Gracias, Letrado

Una de las cosas que siempre agradeceré a mi queridísima tía María José fue que tuviera el tino de enamorarse de mi tío Gonzalo. Esa decisión me permite tener la fortuna de contarme como parte de su familia y poder disfrutar de un auténtico hombre bueno.

Pero más allá del ámbito familiar, hoy me van a permitir que dedique unas breves líneas que sirvan de humilde homenaje al letrado municipal D. Gonzalo Alcoba Villalobos, quien ha decidido colgar la toga y dedicar el resto de su vida íntegramente a su familia, su gran pasión.

Hombre de Derecho, de vocación inquebrantable y profundas convicciones; ejemplar Funcionario Público, para quien su trabajo ha sido su otra gran pasión en la vida. Defensor a ultranza de los intereses de la que ha sido -y estoy seguro seguirá siendo- su otra casa, el Ayuntamiento de Almería. Firme valedor de los principios que impulsan el ejercicio de la función pública. Siempre dispuesto a escuchar a todo aquel compañero que pedía un consejo, dando la oportuna salida. En definitiva, ejemplo vivo de dedicación, profesionalidad, sabiduría y honestidad.

Seguro que hay defectos que adornan su personalidad, pero no me veo yo en posición de ser quien los enumere, fundamentalmente porque no los identifico como tales. Ese trabajo lo dejo para quien se mueve bien entre aquéllos.

Pero su legado no solo queda como memoria de los que hemos tenido la inmensa fortuna de trabajar junto a él, ni en los excelentes escritos que nutren los expedientes en los que ha intervenido, ni en el magisterio impartido en la Universidad, sino que como muestra de generosidad ha tenido la gentileza de multiplicar por tres su sabiduría de manera que la función pública siga impregnándose de los valores que, con tanto afán, siempre ha cultivado.

Quienes le conocen bien, saben que no exagero un ápice. Estas son las cosas que ocurren cuando alguien es tan excepcional, que corre el riesgo de que se lo recuerden con orgullo.

Por todo ello, sólo me queda mostrarte mi total reconocimiento. ¡Gracias, querido Gonzalo! ¡Gracias, Letrado!