El 23-F en el que Vox lideró la oposición en el Congreso

“Solo cabe recordar que este jueves era 23 de febrero“

Fernando Jáuregui
08:59 • 24 feb. 2022

Se despidió Casado del liderazgo de la oposición --un día de estos, también lo hará de la presidencia del PP-- en una sesión de control parlamentario que tuvo de todo menos de eso: de controlar al Gobierno. Tras un discurso de menos de tres minutos, y sin hacer la prevista pregunta al presidente del Gobierno, el hombre que había encarnado a uno de los dos políticos más importantes del país --el otro, Pedro Sánchez, permanecía impasible, triunfante, en su escaño presidencial-- abandonó casi sigilosamente el hemiciclo. En ese momento, Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, se convirtió, de hecho, en la representación más visible en el Parlamento de la oposición al Ejecutivo, ante el escaño vacío que, como hace menos de cuatro años ocurrió con Rajoy, había dejado Pablo Casado. ¿Sintomático? ¿Un aviso? ¿Premonición?



Quién sabe: para los amantes del esoterismo, solo cabe recordar que este jueves era 23 de febrero y que la Cámara Baja volvió a registrar una convulsión, afortunadamente diferente a la de hace 41 años, claro, pero convulsión al fin. Pero el Parlamento de una nación no puede ser sede convulsionada en ningún sentido, y creo que el vacío que se ha producido en el Partido Popular es malo para la democracia española, como lo sería que el peso de la alternativa al Gobierno socialista recayese principalmente en una formación como Vox, a la que no calificaré con los adjetivos al uso: que cada cual lo haga a su criterio. Solo diré que, cuando varios gobiernos autonómicos y alcaldías están en el alero, cuando la coyuntura económica se encuentra especialmente inestable, cuando Europa nos mira inquieta, y cuando la situación internacional puede ponerse muy fea en los próximos días, resulta cuando menos preocupante un viraje político en España del calibre del que intuimos.



Para mí, lo he ve ido repitiendo mucho estos días, lo importante es eso: ¿sí o no a un acuerdo con Vox? El más probable sucesor -ni siquiera eso es ahora seguro, en estos tiempos de absoluta provisionalidad-- en el despacho de Casado, Alberto Núñez Feijoo, nunca ha sido demasiado proclive a pactar con los de Abascal, pero ¿lograría forjar otro tipo de alianzas capaces de vencer en las urnas al hoy auriga vencedor, a quien alguien, como en el circo romano, debería decirle ‘acuérdate de que eres mortal’?



Así, carece de relevancia incluso qué vaya a ser de Casado, de García Egea, de los otros que dimitan o cambien de bando, lo del ‘hermanísimo’... Hay, a la espera, una recomposición muy seria del panorama político español. Nada es hoy como hace cuatro años, cuando la moción de censura: no están ni Rajoy, ni Pablo Iglesias, ni Rivera... ni Casado. Y está Abascal, a quien hay que reconocerle una cierta elegancia ante la debacle de su competidor en la derecha: ojalá que estos sucesos fuesen capaces de moderar a Vox en algunas, o en todas, sus habituales salidas de tono, convenciéndonos de que ese mal ‘populismo’ no está en el ADN de esta formación, que, por otro lado, perfecto derecho tiene a mantener su ideología, por mucho que a algunos nos disguste.



De momento, asistamos desde la primera fila al primer capítulo en la recomposición del terremoto que viene a derecha e izquierda: la segura ‘refundación’ del PP, mayor aún que la propiciada en 1989 por el entonces aún recién llegado Aznar con la Alianza Popular de Fraga. Entonces, al menos había, tras los altibajos de Hernández Mancha y de Herrero de Miñón, un sucesor claro, inesperado, José María Aznar, a quien hay que reconocerle mérito en una parte de su singladura. Sin embargo, las circunstancias han cambiado tanto que no se parecen casi nada a las de entonces. Pero nadie habló de todo esto en la triste sesión de control parlamentario que dio el adiós a Casado y aumentó el volumen de la voz de Vox.






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