Desde niño siento predilección por uno de los juegos más populares, cuyo origen no está del todo claro. Un gran juego de estrategia con dos ejércitos librando una batalla, el ajedrez. Al parecer, en la India hubo un rey llamado Sheram, desolado por la pérdida de su hijo en una batalla, así que todo el mundo trataba de entretenerlo. Un sabio llamado Sissa le presentó el citado juego, y le gustó tanto que quiso recompensarle con lo que el sabio quisiera. Éste pidió un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera,…, doblando la cantidad de la precedente hasta llegar a la casilla 64. Al rey le pareció nimio y lo concedió, pero los matemáticos del reino se llevaron las manos a la cabeza pues el número de granos superaba los 18 trillones.
Es una pena que haya mandatarios políticos que se mueven por el mundo cuan tablero de ajedrez. Sin duda, la partida ucraniana es otro fracaso de la humanidad que puede cobrarse muchos inocentes granos de trigo a modo de personas.
Para ganar en el ajedrez, como en las guerras abiertas, hay que distraer al adversario, conviene hacerle creer que domina la situación, con jugadas ligeramente cambiadas respecto a las originales para llevarte el gato al agua. Como con los populares, la dama negra ha logrado distraer la atención poniendo el foco en el espionaje para no mostrar su jugada principal. Lo relevante es que todo el Partido se ha conjurado para tapar sus corruptelas endémicas con grandes poderes económicos y perpetrar un golpe de estado interno. Porque las presuntas comisiones de la familia Ayuso con las mascarillas en plena pandemia, además de ser de una mezquindad inaudita, es por lo que también han metido en prisión a un vicepresidente de Diputación de Almería, y otro está siendo investigado. Igual a esto se refería la dama negra en su jugada maestra al decir que lo más importante para una persona es “su familia”, al más estilo Corleone en ‘El Padrino’
Son malos tiempos para la paz porque, como dijo nuestro andaluz más universal, Lorca, “La agonía física, biológica, natural de un cuerpo por hambre, sed o frío dura poco, muy poco. Pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”, como la de los asesinos que invaden territorios, la de los golpistas o la de los insaciables ladrones de la caja común. Si no presionamos, todos seguirán dando jaque mate, para volver a pulsar el reloj que dé comienzo a otra partida de ajedrez.
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