Cautiva y desarmada

Si la anécdota es como la cuenta la prensa, me parece bastante significativa. Antiayer fue el aniversario del 23-F y el Consejo del Poder Judicial ratificó el acuerdo de la Permanente para la expulsión de Garzón. Como ya es bien sabido, una sentencia del Tribunal Supremo le condenó a once años de inhabilitación por delito cometido en las escuchas del caso Gürtel. El vocal Felix Azón se marchó diciendo que no quería estar presente en ese acto precisamente por la coincidencia de la fecha de infeliz recordación. Dios me libre de discutir una sentencia del Tribunal Supremo. Me atengo a lo publicado no solo aquí sino en la prensa internacional en defensa del exjuez que en tantas causas arriesgadas se metió de hoz y coz con el aplauso unas veces de unos y otras veces de otros.
Desde el clamor popular nadie ha podido evitar una gran corriente de simpatía hacia el personaje que tuvo arrestos para luchar por medio de la ley contra el terrorismo, el narcotráfico, la corrupción, la dictadura sangrienta de Pinochet, el GAL etcétera. Y ya que el azar, el destino, fortuito o lo que sea, ha querido juntar dos cosas horribles, el 23-F y la desaparición pública del exmagistrado, no puedo olvidar que es con motivo del intento del golpe de Estado cuando la izquierda comienza a flaquear otra vez cautiva y desarmada como cuando entonces. Mira que el Gobierno socialista repitió veces que era necesario renovar las vacantes que se iban produciendo en las altas instituciones de la justicia.
El PP nunca tuvo prisa. Le pareció que el magistrado conservador era casi siempre, por tradición ideológica, estatus familiar y de gente de orden, afín al menos a los partidos de derechas. Curiosamente, nada más alcanzar el poder el partido que mejor la representa -trufado de franquistas, liberales, demócratas cristianos y demás ralea- viene Gallardón y da una ley en donde se propone nada menos que “despolitizar” a los jueces. Le deseo buena suerte.