El calendario de los compromisos contraídos en razón de la pertenencia de España a la OTAN convierte a nuestro país en anfitrión de la próxima Cumbre de la organización atlántica que se celebrará en Madrid los días 29 y 30 de junio. En ese escenario y con las ministras de Podemos (Ione Belarra, Irene Montero) y los del Partido Comunista (Yolanda Díaz, Alberto Garzón) criticando la posición de la OTAN frente a la invasión rusa de Ucrania, a Pedro Sánchez le están poniendo las cosas difíciles. Por falta de coherencia.
No se puede estar detrás de pancartas con el “No a la OTAN” --como vimos el pasado 8 M-- o declarando que, pese a las circunstancias actuales, con Putin a las puertas de la UE, no es prioritario alcanzar al 2% del PIB en el Presupuesto de Defensa y seguir formando parte de un Consejo de Ministros que, con arreglo al Artículo 108 de la Constitución -”El Gobierno responde solidariamente en su gestión política”- es concluyente en orden a extender a todos sus miembros la responsabilidad de las decisiones que toma el Consejo de Ministros. Incluido el envío ya formalizado de armas y demás pertrechos militares a Ucrania.
Sí las ministras de Podemos y la vicepresidenta Yolanda Díaz y su colega Garzón sostienen que no se debe armar a los sufridos ciudadanos de un país que ha sido invadido lo coherente en términos políticos sería presentar la renuncia a seguir formando parte del Gabinete ministerial que toma decisiones con las que están abiertamente en contra. En términos políticos, lo consecuente sería dimitir y en términos éticos dejar de engañar a sus seguidores. Pablo Iglesias, antaño mentor de Podemos y a la sazón convertido en comentarista, parece que sigue diseñando el discurso de quienes bajo argumentos pacifistas se oponen a que España, de acuerdo con sus socios de la UE y la OTAN, ofrezca ayuda militar para que Ucrania pueda defenderse de la agresión rusa. Pero está fuera del Gobierno.
Cuando le criticaban en razón de algunos de sus funambulismos políticos, Iglesias se defendía diciendo que sabía cabalgar sus contradicciones pero en un momento determinado, ante la enormidad de dichas contradicciones, supo asumir la situación renunciando a seguir en la Vicepresidencia. Fue un gesto decente. Veremos si le salen imitadores entre algunos de los correligionarios que forman parte de este Gobierno insostenible.
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