Cuesta mucho escribir sobre las estanterías vacías en nuestras tiendas cuando Putin bombardea cruelmente en Ucrania no solo estantes y centros comerciales sino a los ciudadanos inocentes dentro. Sin embargo, tenemos que hablar de nuestras cosas de comer.
Entre tantos problemas la huelga de camioneros tiene una ventaja, que nos ha hecho saber que trabaja una tal Raquel Sánchez a la que pagamos entre todos los españoles. Se sigue sin saber mucho de ella, yo he observado y sospecho que las patillas a lo Curro Jiménez y voz aguardientosa le imponen. En su mundo de movilidad perfecta hay camioneros buenos y malos, y a estos los califica de ultras, como el Faily.
La citada ministra se reunió con los camioneros “buenos” e ilusionada anunció un exitoso acuerdo. Sin embargo, la asociación Fenadismer salió de la misma reunión y se sumó al bando los quintacolumnistas de Putin, según palabras de ‘Chiqui’ Montero.
Desconozco si la negativa de la ministra a reunirse con “los ultras” sigue la estela de la “diplomacia de precisión” por la que aboga en Ucrania su compañera de gabinete Belarra. Lo cierto es que hasta Zelenski se quiere sentar a negociar con el asesino Putin. Para eso cobra la ministra. Ella y el Gobierno entero han dado tantas y variadas razones para no hacerlo que cuesta trabajo entenderlo: Que son una asociación minoritaria, que son violentos y están echando un pulso...¿pues qué es una huelga? ¿Pensaban que los piquetes son educados mormones que informan a los compañeros que no se unen a ella?
Camioneros, pescadores y agricultores protestan para que el Gobierno actúe con eficacia y presteza y éste se lo toma belicosamente como si fuera un ataque por tierra, mar y aire.
Este ha pillado a Pedro Sánchez de gira besucona por Europa, como cuando se decía de Felipe y de Aznar que viajaban para evadirse de los problemas de casa.Y encima, para aplacar la crisis llega el Bono Joven Cultural, un gasto tan oportuno como en su día fue el ‘cheque bebé’ de Zapatero previo a la mayor crisis económica que habíamos vivido en España. Hasta hoy. Estamos ante la tormenta política perfecta pero Pedro ni se despeina. Además, su sorprendente giro con el Sahara ha puesto a su “bloque de investidura” en estado de alerta pre-electoral, y ya le advierten independentistas, paleoetarras, el Miljaus de Madrid y hasta los Compromís del Perales valenciano. Pero no hay manera de que fieles a sus principios los de Unidas Podemos dimitan y abandonen sus bien retribuidos cargos en el Gobierno.
El ‘saharazo’ de Sánchez tendrá sus secretos pero se parece al entregado apoyo que dio Aznar a Bush en Irak con piernas sobre la mesa incluidas. Si Pedro ha cambiado el Sáhara por el respeto eterno a Ceuta y Melilla nos enteraremos, pero todos sabemos que la eternidad para el rey alauí dura lo que una buena oportunidad.
Y de Argelia, ya veremos quién tiene agarrado a quién y por dónde. La situación geopolítica ahora creada es muy similar a la que trágicamente protagoniza el gas ruso de Putin y al que Alemania no puede renunciar. El tiempo dirá. Esperemos que el Gobierno despierte y que pescadores, agricultores y transportistas vuelvan a la normalidad, porque si no lo hacen también nos quedaremos pronto sin agua embotellada en las tiendas. Y nos pillará sin la estupenda red geopolítica de agua de Araoz, Felix y Enix que teníamos en spars y refresquerías de cada barrio en los años 70.
Entonces, el agua del grifo era imbebible y los niños acarreábamos aquellas garrafas redondas de cristal verde envueltas en anea y esparto. Yo era el aguador de mi familia y alternaba ca’Antonia con el spar de Frasquito. Todo era para evitar ‘el agua del Aiun’, que podría volver a ser un trago amargo no solo para Sánchez.
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