En los últimos meses hemos estado mirando el precio de la luz con la misma angustia con que lo hicimos con la prima de riesgo en los peores años de la crisis económica, cuando llegó a alcanzar casi los 700 puntos básicos, en el verano de 2012. Nadie sabía muy bien qué significaba aquello, salvo los eruditos del tema, pero el caso es que todos andábamos con la sensación de que la camisa no nos llegaba al cuello.
Con el creciente encarecimiento de la electricidad, muy dependiente de los hidrocarburos, nos está pasando algo parecido, con la salvedad –y menuda salvedad– de que su repercusión la hemos notado de inmediato en las facturas que nos pasan las compañías eléctricas y también a través de la subida de precios que lleva aparejado ese encarecimiento, la temida inflación, que se ha visto agravada por la guerra de Putin en Ucrania.
Parar esta auténtica sangría económica que sufre el país se ha convertido en un objetivo prioritario para el Gobierno de Pedro Sánchez. Lo está siendo ahora, pero también lo fue nada más aterrizar en La Moncloa, cuando suprimió el impuesto al sol que había aprobado el Ejecutivo de Rajoy y que había supuesto un frenazo a una energía limpia en la que, miren por dónde, nuestra provincia era puntera. Sin aquel paso atrás que nos hizo dar el PP, hoy estaríamos en un escenario energético más favorable para los intereses generales de nuestro país.
De otro lado, la estrategia liderada por el presidente del Gobierno en el Consejo de Europa permitirá a la Península Ibérica ser reconocida como ‘isla energética’ y que se puedan adoptar medidas propias por parte de España y Portugal para bajar el precio de la electricidad. Esto supondrá un alivio en la factura a muy corto plazo, como también lo hará la prórroga de la rebaja de impuestos en la factura de la luz que se ha incluido en el Plan de Choque de Respuesta a la Guerra.
Asimismo, el Gobierno ha impulsado el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de energías limpias, hidrógeno renovable y almacenamiento, que movilizará una inversión superior a 16.300 millones de euros, lo que nos permitirá posicionarnos como referente tecnológico para desarrollar y desplegar tecnologías y consolidar las cadenas de valor de las renovables.
Afortunadamente en España, y muy especialmente en Almería, contamos con unos inmensos recursos naturales para favorecer el impulso de energías como la solar, la eólica y otras que se encuentran en fase de desarrollo. Todas ellas serán fundamentales en el proceso de descarbonización en el que estamos inmersos y nos aportarán un extraordinario valor añadido: dar un paso de gigante hacia la ansiada autonomía energética.
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