Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede

Me identifico con el feminismo y siento en mí toda la injusticia que pesa sobre la mujer

Beatriz Torres
08:59 • 28 abr. 2022

He pasado mi cumpleaños con COVID y como ya no tenía fiebre yo misma me hice la tarta con zumo de naranja, aceite puro de oliva y siete huevos del gallinero. Ingredientes naturales y caseros, entre otros más. 



Reconozco que ha sido uno de los cumpleaños más felices de mi vida. Fue tan divertido. Incluso había globos, algo que nunca he tenido en un cumple. Quizá eso me trasladó a la más lejana infancia, cuando en el mes de mayo con flores a María recitábamos oraciones en la capilla de las monjas. 



Me situé en el centro del cuarto de la chimenea encendida, como si estuviera en el altar, la Virgen Milagrosa arriba, detrás, y declamé mirando al infinito: “como soy tan pequeñita y tengo tan poquita voz, por eso digo gritando, ¡viva la madre de Dios!”. Eso me dio tal energía que no paraba de reír, y mientras mi familia me cantaba el cumpleaños feliz yo zapateaba y bailaba como poseída por el amor brujo de Falla. Qué felicidad, qué instante, por favor, quédate instante, aunque no seas bello, suplicaba el escritor Peter Handke, sin embargo, este había sido bello de verdad y se quedará conmigo para siempre, dentro de esos momentos únicos de plenitud. Esta es la alegría que me dais, exclamaba yo sin parar, por vosotros estoy contenta.



Después se celebró el premio Cervantes y escuchar a Cecilia Roth pronunciar el discurso de agradecimiento en nombre de Cristina Peri Rossi me llenó completamente. Admito que hasta ahora no he leído nada de ella, pero este premio me ha servido para conocerla un poco más y desear zambullirme cuanto antes en su alma poética. 



Más tarde vi Lo de Évole, no quería perderme por nada del mundo ese programa en el que iba a entrevistar a Julia Otero, y me pareció tremendamente interesante. Me identifico plenamente con el feminismo y siento en mí toda la injusticia que pesa históricamente sobre la mujer. Hago mío todo el dolor de la humillación y el maltrato recibido por la mujer a lo largo de los siglos. 



Y sí, como reza un proverbio feminista, cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede. No querer ver esa vergüenza histórica de privilegios machistas ni querer remediarla, añade Otero, es cosa de los que no son hombres de verdad.





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