En estos días nos hemos desayunado y acostado con dos casos de esos que te hacen recordar a los clásicos españoles como “Rinconete y Cortadillo” o el “Lazarillo de Tormes”, de pillos y golfos, pero aquello es literatura de la que te divierte y esto son casos reales que te avergüenzan y te provocan el vómito fácil.
Por un lado nos encontramos con el caso de las mascarillas en Madrid, que comienza con un representante que de nombre es San Chin Choon, bien pareciera de los tebeos de Ibáñez y su Mortadelo y Filemón, que fue quien vendió el material para el Ayuntamiento de Madrid por medio de los comisionistas Alberto Luceño y Luis Medina, este último hijo del Duque de Feria y Naty Abascal, de casta le viene al galgo, estos dos tipos se embolsaron, presuntamente, un pelotazo de casi seis millones de dólares.
Aprovecharon en lo más duro pandemia, cuando la gente moría a chorros, para vender material sanitario de “mala calidad” a precios desorbitados haciendo negocios sin escrúpulos. El ayuntamiento de Madrid, realizó una transferencia de cerca de catorce millones de euros para pagar las mascarillas y al día siguiente, los dos imputados recibieron sus comisiones. Seis millones a repartir entre ambos y que el hijo del duque de Feria, tardó solo dos horas en sacar de España, ¡estos patriotas!
El sumario recoge una carta de agradecimiento personal del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a los dos comisionistas. Así mismo se revela que el hijo de la gran Naty Abascal se hizo millonario de la noche al día, teniendo entre sus, solo once cuentas, un saldo de 2.126.727 euros Y su colega Luceño se pulió buena parte de su fortuna comprando de forma compulsiva, solamente quince coches deportivos, todos ellos por encima de los 150.000 euros cada uno. Y mediando el primo del Alcalde y una trabajadora del Ayuntamiento.
Y si no te gusta la anterior pareja, pues aquí tenemos otra, “Rubi y Geri”, como ambos se llaman cariñosamente en los documentos difundidos, Luis Rubiales, presidente de la Real Federación de Futbol pactó con Gerard Piqué, jugador del Barcelona y empresario de eventos deportivos, el cobro de una comisión multimillonaria por el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí. Hemos visto y oído, documentos y audios que revelan como Rubiales presionó a las autoridades de Riad para que abonaran al jugador del Barcelona hasta 24 millones de euros por disputar el torneo en ese país y trató luego de ocultar la participación del futbolista en el contrato. “Geri”, le decía; “enhorabuena, y no me refiero ni al partidazo de ayer ni a tu gol. Me refiero a que ya son más de las 12 y por lo tanto ya es firme el acuerdo con Arabia Saudí. Un abrazo, gracias por todo y aquí estoy para lo que necesites”. Y Piqué le decía como repartir el dinero: «A ver, Rubi, sí es un tema de dinero; hostia tío, se paga ocho al Madrid y ocho al Barça... a los otros se les paga dos y uno... son 19, y os quedáis la Federación seis kilos, tío». Vamos como quien reparte cromos y encima metían al emérito por medio.
El ayuntamiento de Madrid, ni siquiera denunció cuando se enteró de la estafa y no estamos hablando de un “maldito contrato” sino de una estafa en toda regla. En ambos casos se trata de engañar a alguien para llevarse calentito un dinero que puede ser legal, pero que es inmoral, y provoca asco además de cabreo. Y estos golfos y los que lo permitieron, apelan, unos a que se salvaron vidas, ¿a costa de lo que fuese? y los otros a los derechos humanos en aquel país, porque pusieron un váter para mujeres y las dejaron unos días entrar al campo, eso sí, acompañados de sus maridos. Pareciera que debemos acostumbrarnos a este tipo de golfos a que todo vale y que hacer de mediador, levantar un teléfono, vale seis o 24 millones, que se lo llevan calentito, utilizando, ya sea al primo del alcalde, al emérito o a quien sea. Pues no señores, no todo vale, no todo se puede hacer. El ejemplo de la “Cultura del Pelotazo” no puede ser válido, ni buen ejemplo de nada, nadie puede aplaudirlos, porque mientras unos se enriquecen fácil, otras muchas personas sufren, no llegan a fin de mes, malviven y mueren para que otros vivan de forma opulenta sin haber doblado el lomo en su vida. Frente a estos “pillos”, solo cabe, la honestidad y la solidaridad.
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