El ‘chanelazo’ vivido el pasado sábado en Eurovisión ha vuelto a abrir la enorme brecha entre las dos Españas machadianas, la de la teta épica y la del culo sandunguero.
El éxito de Chanel Terreros en el festival eurovisivo ha sido vivido como una eufórica vendetta de una parte contra la otra, la venganza contra aquellos que en enero criticaron y atacaron la elección de la canción ‘SloMo’, a la que tacharon de machista, cosificadora, bla bla bla...desde el contradictorio manual de la corriente feminista de moda. ¿Qué han hecho ahora ante el éxito de Chanel? Celebrarlo con la boca chica o callarse por pudor.
La letra de este ‘mueve tu cucu’ no tiene desde luego la finura de Cole Porter: “Les vuelvo loquito’ a todos los daddie’/ Voy siempre primera, nunca secondary / Apena’ hago doom, doom con mi boom, boom / Y le’ tengo dando zoom, zoom on my yummy. Y no se confundan, señora’ y señore’ / Yo siempre estoy ready pa’ romper cadera’, romper corazones”. Parece que anda caliente la chica y pese a que la letra no es digna de Burt Bacharah, fue estúpido todo lo que se montó y aún andan sin admitirlo.
Sus detractores tomaron ‘Ay mama’, -la canción de la Bandini-, como un himno feminista. Fue el caso de María Patiño, quien cual Pussy Riot se quitó su sostén en directo ante las cámaras. Más solemne fue la ministra Irene Montero, quien afirmó con los ojos humedecidos y con tono de Lincoln en Gettysburg: “Rigoberta Bandini nos ha regalado un hermoso lema feminista con su canción ‘Ay mamá’, en la que se pregunta por qué les dan tanto miedo nuestras tetas. ¿Por qué les dan tanto miedo nuestros derechos? ¿Por qué les da tanto miedo que hablemos de una justicia feminista?”. Otros políticos llevaron el tema al Congreso e interpretaron que la España plurinacional no era querida al haber sido relegadas las gallegas Tanxugueiras. Incluso CCOO llegó a pedir la anulación de la elección de la ahora brillante finalista española de Eurovisión.
Pasado aquel bochorno, el pasado sábado tanto los aficionados europeos como sus jurados han venido a decirnos a los españoles que somos tontos hasta el empacho, y que a José Mota le faltarían expresiones manchegas mientras crujiera su vara contra nuestro lomo ibérico por zoquetes.
Como admirador de ‘La Charanga del tío Honorio’, de Esteso o los Calatrava entiendo que ya no se hacen canciones tan elegantes como aquella de “Una vieja y un viejo van pa’ Albacete...”, pero llevar a la politica el enérgico perreo de Chanel ha sido cruzar un límite. Entonces en el último franquismo de mi niñez ni curas ni monjas protestaban por esas cosas mas allá de sus privados confesionarios.
Hoy no, los púlpitos proliferan y son públicos por las redes sociales. Las viejas del visillo, los censores y las beatas castradoras son hoy jóvenes influencers, activistas y supuestos expertos que en vez de velo se parapetan tras banderas y eslóganes multicolor, que acuden a manifestaciones y dan charlas y talleres llenos de moralina sin sentido. Se creen ‘de izquierdas’ pero se les ha caído el chiringuito. Acusan a Chanel de “cosificarse” al enseñar su cucu, al cantar una intrascendente tontería y al mismo tiempo ensalzan sin rubor de contradicción a la Veneno, Susana Estrada o Rocio Jurado por ser pioneras empoderadas al enseñar teta o escote.
Tampoco necesitamos salvadores de VOX porque esta supuesta “guerra cultural” no ha llegado ni a escaramuza. Los mismos eurovisivos que con Dana Internacional inauguraron la pluma del siglo XXI han dicho sí al caliente perreo de España, se unen al desinhibido golpe de cadera hispano, caliente y solariego. Europa es ya una unidad de destino en el culo de Chanel. Y como guinda, todos los europeos le dimos un simbólico caderazo a la momia asesina de Putin y una fugaz alegría a los ucranianos. Ya lo predijo el oráculo Rodolfo Chiquilicuatre: “Europa, perrea, perrea”.
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