Vox: Olona, por debajo de la marca

Era un liderazgo fabricado en la industria líquida de la política moderna

Macarena Olona, durante un mitin.
Macarena Olona, durante un mitin. Europa Press
Juan Antonio Cortés
00:07 • 20 jun. 2022

Tal vez hay un paisaje peor que el del fracaso: la sensación de no ser determinante. VOX ha sumado dos escaños, pero el resultado es, como diría el gran Felipe, una amarga victoria. Macarena Olona, parlamentaria aguda e inteligente pero candidata estéril, de hipérboles y sobreactuaciones, ha perdido la llave que soñaba con asir. No conocía Andalucía.



Era un liderazgo fabricado en la industria líquida de la política moderna. Tal vez porque en Andalucía el ciudadano medio es un ciudadano templado que huye del histrionismo y castiga la polarización. Tal vez porque, a orillas de la izquierda y de la derecha, el elector andaluz es un tipo obsesionado por la moderación.



Mientras Moreno se ha mimetizado con la socialdemocracia (podría ser el candidato del PSOE y nadie se asustaría), ha optado por respetar al votante socialista y ha sabido también respetarse a sí mismo, VOX ha creído que su espacio electoral podía avanzar hacia el centro-derecha por el camino de los mantras vacíos, con mensajes a caballo entre el radicalismo y la exageración, la insustancialidad y el titular fácil. A Macarena le han perdido las formas. Su lenguaje, su pose, su irritabilidad, su cabreo hiriente ha provocado algo casi impensable para quienes mandaron a Macarena Olona a fajarse en una región que no necesita lecciones.



El PP no solo ha ganado. Ha cambiado el paso al PSOE, que debe repensar qué es el centro-izquierda y con qué socios gobierna; ha anulado a VOX, que debe meditar acerca de qué busca la inmensa mayoría conservadora y liberal; y ha absorbido a Ciudadanos, que no lo merecía.







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