El título de este artículo no se refiere a la popular canción de John Lennon con la que pregonó paz y amor al mundo entero, sino que es el imperativo del desusado verbo imaginar. Decía el otro día en una entrevista en El País Semanal el fotógrafo y publicista italiano Oliviero Toscani que “dedicamos poco tiempo al día a imaginar; tenemos los teléfonos móviles, los ordenadores, que hacen que perdamos de vista lo intangible”.
Toscani, artífice de las polémicas –y extraordinarias- campañas de Benetton en los años ochenta y noventa, dijo también que “estamos espantados, la humanidad tiene miedo porque ha perdido el entusiasmo. Y si no hay perspectiva de futuro llega el miedo: si no te imaginas el mañana no existe esperanza”.
Alguno creerá que resulta casi irreverente hablar de entusiasmo y optimismo cuando llevamos tantos años sumidos en un hoyo de crisis, de pandemia, de guerra a las puertas de la Unión Europea y ahora de inflación.
El optimismo está relacionado estrechamente con la imaginación, porque uno no puede ser optimista sin visualizar el futuro, como dice la almeriense Laura Pérez, creadora de los famosos pendientes Lausett. La buena de Laura, apasionada como nadie, afirma que visualiza sus proyectos con entusiasmo y alegría como una placentera obligación.
No caeré yo en la manida frase de que “si puedes soñarlo puedes hacerlo”, porque obviamente no todo el mundo disfruta de talento y condiciones para alcanzar sus sueños. Ahora bien, necesitamos volver a imaginar y sentir que somos capaces de lograr unas metas, por pequeñas que sean, y caminar cada día un poco más que el anterior visualizando todos esos pasos.
Albert Einstein decía también que “la imaginación es más importante que el conocimiento; éste último es limitado, mientras que la imaginación circunda el mundo”.
Vivimos en una sociedad profundamente realista –desde la virtualidad digital, curiosamente- y poco idealista, cuando la vida debe estar sembrada de proyectos que saquen lo mejor de nosotros, con responsabilidad y compromiso, al estilo de Rafael Nadal: puro esfuerzo y voluntad.
Desgraciadamente, es muy frecuente encontrarte con personas carentes de entusiasmo y de iniciativa, a hombres y mujeres tan pasivos que sólo aspiran a que la vida vaya pasando sin mancharse las manos porque sus únicos objetivos son que llegue el fin de semana para mirarse el ombligo o mirárselo a otros mientras navegan en TikTok o Instagram. Cultivar la imaginación es cultivar el futuro.
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