Ver lo bueno en lo malo

“Nuestras vidas serán tan buenas como valientes seamos”, David Cerdá, filósofo

Alberto Gutiérrez
09:00 • 24 sept. 2022

Cuando el otro día, en la Fundación Eduarda Justo del Grupo Cosentino, la atleta paralímpica Sara Andrés Barrios dijo que después del accidente de tráfico que le seccionó las dos piernas empezaría a ver lo bueno en lo malo en su vida comprendí no sólo que se trataba de una mujer extraordinaria sino también que su fabuloso mensaje debería ocupar la puerta de los frigoríficos de muchos hogares en lugar de los bizcochados “suéñalo y lo conseguirás”, que receta la sociedad moderna como señuelo estupefaciente e infantiloide.



Pues bien, Sara Andrés Barrios, además del accidente sufrió un cáncer de tiroides y salió de los dos trances dispuesta a comerse el mundo y siempre, siempre con una sonrisa en el rostro. La voluntad y la actitud positiva dirigen su vida, y su ejemplo ilustra y define la capacidad del ser humano para sobreponerse a las adversidades e incluso para conducirse en ellas con valentía. Porque hay que tener coraje para desafiar los problemas que la deportista hubo de solventar con tanta determinación como entusiasmo.



En el seminario Líderes del Futuro de la Fundación Eduarda Justo también habló David Cerdá, filósofo y autor de libro ‘Ética para valientes’. Dejó otra excelente reflexión: “Nuestras vidas serán tan buenas como valientes seamos”. Saber y aprender a gestionar el miedo, en lugar de huir de él, es fundamental porque de lo contrario somos más vulnerables y no estaremos viviendo una existencia plena.



La comodidad y el bienestar ofrecen hoy muchas dificultades para ser valientes. En otras palabras: no hay necesidad de serlo. Pero este es el drama. Pensar que sólo tienes derechos, que el Estado ha de garantizarte el sustento y que la indolencia debe acompañarte en todo sólo conduce a la pobreza de espíritu y a sentirte una víctima del sistema. Hay personas que no quieren progresar, no tienen ningún interés, y en el sofá les aguarda la felicidad.



Sara Andrés Barrios es todo lo contrario a ello. Y como Sara, tantas personas que cada mañana se levantan con ilusión en busca de un futuro mejor, que luchan como leones e intentan con perseverancia ser muy buenos en lo que hacen. Dicen que Eduarda Justo, la madre de los hermanos Cosentino, fue una persona deslumbrante y llena de pundonor: el digno ejemplo para unos hijos que hoy exhiben con orgullo en todo el planeta el nombre de la familia y también de nuestra tierra.



Los mensajes que se escuchan en este seminario celebrado cada año en la sede de la multinacional almeriense deberían escucharse desde Cabo de Gata a Finisterre. Estoy seguro de que a bastante gente le despertaría del letargo y comenzaría a ver lo bueno en lo malo, como la radiante deportista cántabra que nos maravilló a todos los presentes.





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