De siempre se ha dicho en nuestro país que el llamado “brillo de los caireles”, esa suerte de misterioso poderío que irradian los toreros, atrae a las mujeres, como, a la inversa, las candilejas y el embrujo de los escenarios, encarnados en las artistas, en términos genéricos, han conformado una engrosada nómina de relaciones amorosas entre maestros de la lidia – actividad tan cuestionada y objeto de desencuentros en estos tiempos- y profesionales de las tablas. Tal vez, de todos esos romances que en la historia de nuestro país han sido, el que más titulares de periódicos ha protagonizado en su tiempo, dada su popularidad, y el que más enigmas ha generado fue el de Rafael el Gallo y Pastora Imperio, madrileño él y sevillana ella. Él era hijo del torero Fernando Gómez el Gallo y de la bailaora Gabriela Ortega, en tanto que Pastora Rojas Monje, Pastora Imperio, era una de los tres hijos de la bailaora Rosario la Mejorana y de un reconocido sastre de toreros. La belleza y el duende de los ojos verdes de Pastora deslumbran al El Gallo, quien conoció a la que sería su mujer durante una temporada en Méjico. Tras un apasionado noviazgo, la boda no se hizo esperar y Pastora y Rafael se casaron en la misma iglesia donde el torero había sido bautizado tres décadas anteriores. El casamiento apartó a la bailaora de las tablas, en tanto que el lidiador multiplicó sus corridas y se alejó de la vida hogareña. Los rumores de una posible ruptura matrimonial se incrementaron en los ambientes taurinos y artísticos de nuestro país. Ante la incredulidad de muchos aficionados y admiradores, la rumorología se intensificó hasta que se confirmó la separación de la pareja, pero nadie supo ni sabrá después las causas de la misma, entre otras razones porque ambos protagonistas nunca hablarían de ella. Tras la ruptura, la bailarina sevillana se reincorporó a los escenarios, donde fue aclamada por sus fervientes seguidores, en tanto que Rafael no dio tregua a su presencia en el albero.
La hija del sastre realizó varias giras por Latinoamérica y es madre de una hija, de cuyo padre nunca hablaría, como tampoco lo haría de las razones de su fracasado matrimonio con Rafael el Gallo. Dotada de fina ironía, tras su maternidad, y para segar las numerosas especulaciones acerca de la paternidad de su única descendiente, la bailarina hispalense manifestaría que como su carrera profesional estaba plena de triunfos, la vida le había obsequiado con lo que muchas artistas coetáneas hubieran querido tener: una hija. Y era mucho más explícita: “una hija, y no dije nunca que era sobrina porque nunca he negado que era mi hija”.
Semanas atrás se ha celebrado en el corazón de la capital argentina el mayor festival de Tango , donde se han elegido las dos mejores parejas de tanguistas del mundo. La noticia me he llevado a otro encuentro más próximo, el del festival internacional de tango de Granada - el más antiguo del mundo, junto al de la ciudad de Montevideo-, en concreto a su novena edición, en la que se rindió un entrañable homenaje a Magdalena Nile del Río, nombre de pila de la actriz y cantante Imperio Argentina, hija del guitarrista Antonio Nile y de la bailarina española Rosario del Río, conocida familiarmente como Malena.
Aquel reconocimiento se publicitó con exquisito gusto, ya que la organización, a cargo de Tato Rébora, editó una buena porción de cartelería de la época, en concreto el afiche de la Paramount sobre la presentación de la “sin par” Imperio Argentina y Carlos Gardel en la película “Melodía de Arrabal”: “Lo esperado, un film en que se reúnen dos grandes estrellas de nuestro idioma. Una acción dramática e intensa subrayada por una música bella y melodiosa. He aquí lo que nos trae Melodía de Arrabal por Carlos Gardel e Imperio Argentina”. Tampoco se olvidaron de la superproducción “Morena clara”, con algunas de las letras más conocidas de nuestra copla.
Aquel homenaje, en el que me cupo el honor de entregar a la actriz una placa conmemorativa, me permitió departir durante una sobremesa con Malena, ya muy mayor, cuyo nombre artístico –Imperio Argentina- , acuñado por Jacinto Benavente, se debió a la gran Pastora Imperio, con quien debutó en el teatro cuando sólo contaba doce años. Con una memoria prodigiosa y una gran amabilidad y paciencia, Imperio Argentina me relató, grosso modo, los trazos que anteceden de la vida de la otra Pastora, y otras golosas y curiosas anécdotas de aquella popular pareja que vio frustrada su unión, y que en el caso del torero se convirtió en una verdadera obsesión, pero estas cosas de las dos Imperio las dejaremos para otro momento porque dan mucho de sí.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/245324/las-dos-imperio