Bomberos forestales, ascuas sin apagar

En quince días tres noticias se han publicado desde la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Carbono Azul de la Junta de Andalucía, sobre los incendios forestales y su gestión. En ellas se hace balance de la campaña, como siempre relativizando las cifras, se han ofertado 208 plazas de consolidación y se han anunciado 223 millones de euros para la prevención. Genial.

Sin embargo,  entre noticias, 700 bomberos han dejado de trabajar. Por lo que han salido a la calle para exigir una estabilidad laboral, que les permita dedicarse a la prevención y extinción durante todo el año, no solo los cuatro meses y medio que dura la campaña. Estos contratos a tiempo parcial, donde unos van y otros vienen, donde se pierde la experiencia, impiden que los equipos se consoliden, se compenetren, que puedan conocer las zonas donde trabajarán con los ojos cerrados, las veredas por donde abordar el fuego, por donde escapar en caso de peligro. No les permiten formarse, ni entrenarse, porque deben buscar otras ocupaciones para pagar recibos, con la inseguridad de si en el verano volverán a trabajar.

En las plazas ofertadas, aclaran, no se reconoce la antigüedad de los trabajadores, donde lo único a lo que se juega es a cambiar experiencia por inexperiencia y donde algunos pasarán de eventuales a fijos discontinuos.

Y la magnánima inversión, que todos aplaudimos, para muchos es un dinero que apunta a una privatización de los servicios, donde los trabajos silvícolas se subcontratarán a empresas cuyo objetivo no es el bien común, sino el del rendimiento económico. Algo licito,  pero si sus beneficios los obtienen de la precariedad laboral, o la pérdida de valores ambientales, educativos y sanitarios, mal encaminados vamos.

La prevención de los incendios pasa por tener equipos estables, formados, entrenados, profesionales a tiempo completo. No necesitamos héroes, y menos, a tiempo parcial.