Cuando la política, la justicia, los medios, pisotean y caricaturizan a quien defiende el sentido común, las evidencias y el clamor popular, pienso que la estupidez es inherente al ser humano. Beneficiar a violadores, maltratadores, que han abusado en algunos casos de niñas, por posicionarse electoralmente atacando a la ministra de Igualdad, me parece ruin y mezquino. Hay temas con los que no se debería jugar, y la violencia hacia las mujeres es uno de ellos.
Que la interpretación de algunos jueces para aplicar la nueva Ley, es una maniobra política, algo que debería avergonzarnos, lo evidencia que el escándalo ha saltado la semana del 25N, con el objetivo de incendiar las calles, de enfrentarnos, de boicotear las mareas moradas, de simplificar las eternas y justas reivindicaciones. Este año no hablaremos de patriarcado, de techos de cristal, de diferencias salariales, de discriminación social, de falta de equidad, de igualdad y libertad para elegir tu futuro, para vivir con dignidad, para defender los derechos humanos.
En esta ocasión pediremos el boicot en el mundial de fútbol, por la situación de sometimiento que viven las mujeres en Catar, mientras dejamos indefensas y humilladas a las víctimas de violencia de género por rascar unas décimas electorales. A la vez que lapidamos a Irene Montero por defender una ley que protege a las mujeres, y que solo la malintencionada e interesada interpretación de algunos jueces, le ha intentado quitar el valor que tiene. O también nos dedicaremos a desvirtuar y ningunear los argumentos que enarbolan las mujeres.
Como las fábulas de Perrault, como los cuentos de Quiroga, como las parábolas de Jesús, quizás las leyes tengan la debilidad de que para algunos pocos son interpretables, pero estoy seguro de que la sencillez del mensaje, como la ley del “sí es sí” para la mayoría, la hace comprensible. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
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