Por un sueño

Todavía no estoy conforme con mi currículum. Después de haberlo comprimido en una página me queda la duda de si las letras de mi nombre son demasiado grandes, y me gustaría reducirlas, sin embargo, ya se lo he enviado a La Guajira. Esta asociación me informó de una oferta de empleo el mismo día que publiqué en este diario que no hallaba un lugar en Almería con más duende, para el arte y la cultura, que este local al pie de la Alcazaba.

Por primera vez creí que lo que había escrito en un artículo era la causa de semejante oferta, pero, oh, ilusa de mí, había sido una propuesta enviada a todos los socios. 

El bajón fue tan alto como una torre, y me di cuenta de que la ingenuidad forma parte de mi ser mientras viva, y cómo no la vana vanidad. 

Ahora me gustaría enviar mi currículum a todos los rincones de la tierra. Siempre me he preocupado de presentarlo perfecto en el fondo y en la forma, aunque no me sirviera de nada. Y lo más interesante es que lo que no aparece porque carezco de título o de una experiencia documentada, es lo que más me gustaría ser y hacer.

Por ejemplo, recitar poesía en cualquier lugar es un sueño. Y lo equiparo a la esencia de la novela El guardián entre el centeno. O si no me agarro a Cristina Peri Rossi: “Imagino casi todo el tiempo, así soporto el dolor de vivir.” 

Con motivo de la celebración del día de los gitanos andaluces, asistí al espectáculo flamenco Por un sueño, en el Auditorio Ciudad de Vera, a cargo del bailaor El Farru. Ya el título era sugerente. Porque él posee un sueño que intenta realizar subido en un escenario y lo consigue. Fue apoteósico.

Al final nos dijo que ser gitano no significa que tu padre y tu madre sean gitanos, sino que tus padres te enseñen a ser gitano. Y qué es ser gitano, Farru. Me quedé con ganas de preguntarle.