¿Sabina o Varona?

Vivir en un país polarizado, es agotador. ¿Verás el mundial, te parece acertado Lucho como streamer, Pablo Motos se merece el escarnio, se ha pasado Igualdad con el video, Irene Montero debe dimitir? 

Como buen hombre de mi tiempo, he contestado a estos sustanciales dilemas. Sin embargo, hay una cuestión en la que no soy capaz de posicionarme, que me ha dejado parado sobre la línea roja: Sabina o Varona. Hasta ahora montaba tanto, tanto montaba, Joaquín como Pancho, pero se acabó. 

Mi primera respuesta, cubierta de bilis y rabia, me la dieron mis entrañas. Supongo que como a Varona, aunque él lo veía venir por la separación con los miembros de la banda. Incomprensión, dolor, vergüenza, una puñalada que sangrará mucho, pero que se cerrará.

Mi cerebro intentó entender la decisión del empresario Sabina, el dueño de la marca registrada que es su nombre, que debe recomponer su economía tras los pufos con Hacienda. Para evitar conflictos, en la que se presupone su última gira, esperemos que no, se quita de en medio al jugador veterano que siente que sus galones lo encumbran por encima de los demás. O quizás, solo sea una cuestión artística y busca recuperar la jovialidad, la juventud y la frescura perdida, sacrificando la experiencia, la rutina y los besos gastados.

Con el corazón, sentí la herida de Pancho. Esta duele más que ninguna, porque la traición, el abandono, la soledad, la incredulidad en la que te sume, no se olvida, porque es de las que te pudre, la que, aunque parece curada, florece en los momentos más inesperados mostrando sus lágrimas negras.

No soy capaz de decantarme, entiendo a los dos, porque aún suena mucho, mucho ruido. Qué pena, con lo bien que ha sabido marcharse y dejarnos solo sus canciones el sereno trovador Pablo Milanés. Pero las vidas, como las muertes, no son comparables, cada uno vive como quiere, puede o le dejan. ¿Quién soy yo para juzgaros? Gracias por tanto.