Almería tiene una nueva marca registrada

La ciudad no puede seguir siempre con lo mismo: “la tierra donde el sol pasa el invierno”

Portada restaurada del Hospital (s.XVI) donde se ubicará el futuro Museo Del Realismo Español.
Portada restaurada del Hospital (s.XVI) donde se ubicará el futuro Museo Del Realismo Español.
Manuel León
21:47 • 21 dic. 2022

El tipo que más sabe de marcas en Almería es Enrique Martínez Leyva. Él se  acuesta y se levanta con ellas, les habla al oído, las seduce, las educa y hasta las emborracha para que no cojan el coche; el gran Enrique es una marca en sí mismo. De él hace tiempo que debería haber aprendido esta ciudad sin marca, más allá de “la tierra madre de la vida padre”, o “donde el sol pasa el invierno” que huelen a neftalina, a los tiempos de Rodolfo Lussnigg y el Hotel Simón.



Yo les hablo de marcas de verdad, como la que esta semana se ha estrenado en el viejo Hospital Provincial, el mismo que pagó el vallisoletano Villalán de su pecunio sin que tenga siquiera un callejón a su nombre en la ciudad. Se trata de la marca ‘Unico Museo del Realismo Español” que ya ha empezado a ilusionar a mucha gente. Había que hacer algo en ese viejo caserón renacentista. Podían haber apostado Amat y Aureliano por la sede de una facultad, por unos multicines concesionados, por un emporio de gastrobares.



Pero se ha envidado por el arte, por un arte especializado y por la confianza otorgada a una persona que está detrás (lo que pasa es siempre cosa de personas que están detrás). Se llama Andrés Ibáñez y no lo conozco. Solo recuerdo que Trino Tortosa hablaba maravillas de un pintor de los Filabres en los años 90, como si hubiera descubierto a un Vinicius. No sé si Ibáñez tiene mejor o peor carácter, si es simpático o engreído. Pero no tiene que interesar por las risas que sea capaz de echar, en una Almería tan dada a recompensar a la gente campechana, y obviar la valía profesional, una Almería en la que la meritocracia  es tan  distante como el AVE. Ibáñez ha sido capaz de conquistar, de seducir, con Antonio López, con Romero de Torres y se espera que con Sorolla, con Golucho, con Zuloaga. Para que Almería sea tierra de pintura, ya que  lo es (lo ha sido) de pintores, con Vázquez Díaz, con los indalianos, con las galerías que tanto abundan. Quizá por la luz. Lo tiene escrito Dionisio Godoy. El futuro Museo del Realismo debe ser -piano piano- el Guggenheim, el Picasso almeriense e imbricarse con el casco histórico (se echaron de menos invitaciones a las asociaciones de vecinos el día de la puesta de largo del martes) y dar solución a un problema complejo: un aparcamiento confortable para tanto visitante como se presume. No se debe caer en reproducir un nuevo CAF. 








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