Ante el escándalo que provocan las rebajas de penas (106) y las excarcelaciones de presos (16) condenados por delitos sexuales uno se pregunta: ¿qué más tiene que pasar para que el Gobierno tome la decisión de reformar la llamada Ley del “solo sí es sí”? ¿Qué más tiene que pasar para que su artífice, la ministra Irene Montero, reconozca el error? Tengo para mí que en cualquier otro país democrático lo suyo habría sido reconocer que se había equivocado y renunciar al cargo.
Que Montero siga al frente del Ministerio de Igualdad y que el presidente del Gobierno no haya procedido a su destitución revela muchas cosas. La primera la falta de empatía con las víctimas, las mujeres agredidas que asisten con estupor a las excarcelaciones y a las rebajas de penas a sus agresores. Y éste es el Gobierno que proclama en los mítines que “está con la gente”. ¿Con qué gente? ¿Con quién está quien por no renunciar a los privilegios que apareja el poder mira hacia otra parte?
Es sabido que Pedro Sánchez unció su futuro político a la alianza con Podemos. De hecho el sector podemita del Ejecutivo aprovecha esa servidumbre para actuar con autonomía dentro del Gobierno lo cual contradice la lógica que debería orientar la actuación colegiada. Pero en cada ocasión en la que Sánchez ha sido requerido para que diera una opinión acerca de las consecuencias de este escándalo no solo no ha contestado si no que ha salido en defensa de la mencionada ley. Lo que en la práctica se traduce en que no se atreve a destituir a la ministra de Igualdad.
Que la ley esté permitiendo de manera irreversible rebajas de penas y excarcelaciones no les quita el sueño. De ahí la pregunta que encabeza este apunte: ¿Qué más tiene que pasar para que admitan el error y reformen la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual? ¿Perder las elecciones?
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