Que el sedicente gobierno de Pedro Sánchez esté preparando medidas para desmontar los bulos que -según él- fabrica la derecha mediática, viene a ser como si Bezoya fichase a Ernesto de Hannover para su próxima campaña publicitaria. Pura fantasía. Y es que ya no sé si lo de la burbuja monclovita se le ha ido de las manos o si venía así de serie. Conviene recordar que quien ahora pretende destinar recursos públicos al delirio totalitario de monopolizar la verdad ha resultado ser un mentiroso patológico de diván y receta, porque es más corto decir que ha hecho exactamente lo contrario que anunció a los españoles que ofrecer el palmarés de sus constantes trolas. Como ejemplos más recientes merece la pena destacar que a las pocas horas del anuncio gubernamental, la ministra Belarra, esta que no se sabe si trabaja en su ministerio o en una curva del Cañarete, subió a sus redes una portada manipulada del ABC para atacar al PP. Algo que de haberlo perpetrado un cargo de ese partido sería un feikniús intolerable, pero que como lo ha hecho una de sus bandarrras es un ingenioso ejemplo de libertad expresiva. Y sin ir más lejos, hace un par de días que el propio Sánchez mandó cerrar un parque de Madrid para fingir allí una partida de petanca con cargos jubiletas del PSOE local para decir que el presidente se reunía con normalidad con un grupo cualquiera de ancianitos y recibía su apoyo y adhesión. Pero el problema no es que nuestro presidente esté mal de la cabeza y crea que todos somos idiotas. El problema es que el ejemplo cala. Hace unas semanas el PSOE almeriense ponía a un candidato encabezando una protesta disfrazada de “movimiento vecinal”, sin que ningún medio se tomase la molestia de comprobar que el tío de la pancarta era el mismo que iba en las listas. Por eso digo que no hacen falta ministerios de la verdad. Tenemos ya el ojo entrenado para detectar de lejos al que miente y sobre todo al que traga.
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