El saludo y las muestras de afecto y cariño acompañan nuestra existencia desde los tiempos más remotos aunque con diferente envoltorio. No hay un solo beso con hermano gemelo, ni un apretón de manos similar, ni un abrazo idéntico. Hay besos, manos entrecruzadas y abrazos, cuya ejecución es única e irrepetible. Y no siempre los humanos nos hemos dado a estas muestras, al menos públicamente. Precisamente,la preocupación por esta carencia llevó al estadounidense Kevin Zaborney a crear, tal día como el pasado sábado de 1986, el Día Internacional del Abrazo. Pero en muchas ocasiones los abrazos no dependen de nuestra necesidad o de nuestra voluntad. Es una triste realidad, pero los abrazos huérfanos también existen, los abrazos que nunca dimos, que se necesitaban y pedían, pero que no fueron dados. Abrazos que habrían sido el gesto de amor perfecto para un momento inolvidable que nunca llegó a ser vivido. Estos son los abrazos perdidos que nunca dimos. Abrazos que podrían haber significado una reconciliación, una aceptación o simplemente una despedida. Abrazos que pueden haber encarnado la despedida de una amistad, el adiós entre un hijo y un padre, incluso el último abrazo entre dos amantes o el que dejamos esculpido en deseos con nuestro primer amor. Esos abrazos perdidos nunca llegaron a ser. Y con ellos, los recuerdos diluidos de un momento que nunca fue.
Y aunque los abrazos perdidos nunca se darán, su ausencia es un recordatorio de lo que no pudimos decir. Porque a veces, un gesto de amor es todo lo que se necesita para dejar una huella duradera en la vida de alguien. Esos abrazos perdidos son una lección acerca de cómo el tiempo es limitado, acerca de cómo debemos tomar cada oportunidad para demostrar nuestro amor y afecto a los que nos rodean. Porque un abrazo generoso, salido del corazón puede significar más de lo que imaginamos. Quién no ha sentido una y mil veces la urgencia del abrazo de aquella primera novia o novio que nos dejó en el camino de la vida, de una consoladora madre, de un padre comprensivo o de un amigo fiel. Así que la próxima vez que alguien te pida un abrazo, no dudes en darlo. Porque esos abrazos perdidos jamás serán olvidados.
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